Con “La Cocina” (2024), el cuarto largometraje de Alonso Ruizpalacios, el director se consolida como uno de los directores mexicanos más emocionantes del Siglo XXI.
Una historia sobre inmigración, centrada en Pedro (Raúl Briones), un hombre mexicano que trabaja como cocinero en un restaurante en Nueva York que sirve de todo y busca apelar a todos los gustos. La clase de establecimiento que antes de otorgar una experiencia de alta calidad busca satisfacer la demanda de los clientes. Dentro de la cocina de “The Kitchen”, existe una amplia variedad de personalidades provenientes de diferentes partes del mundo. De cierta manera, el cast de “La Cocina” engloba la pluralidad de las comunidades que habitan NYC, y Estados Unidos en general.
Julia, una chica gringa interpretada por Rooney Mara, está teniendo un amorío con Pedro. El drama de la pareja gira alrededor de la decisión de abortar su embarazo actual, quien podría ser hijo del joven mexicano. Este embarazo representa no solo los deseos y sueños de nuestro personaje principal, pero también el futuro. Su futuro como hombre, como padre, como amantes, como persona, y como posible ciudadano legal de la nación en la que habita.
Pedro le promete a Julia amarla, y hasta le propone llevársela de regreso a México, pero también queda claro que una de las intenciones/deseos de Pedro es conseguir la ciudadanía estadounidense. Dentro de la cocina de «La Cocina» observamos el caos que va brotando poco a poco como el vapor de una tetera hirviendo agua. Un problema surge dentro del restaurante, 823 dólares han desaparecido de la caja del restaurante. Será labor de la administración del lugar localizar el dinero cuestionando a todo el staff uno por uno.
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La sinopsis de «La Cocina» puede resultar abrumadora a primera instancia, pero las prioridades de esta película yacen más allá de la trama, y los embrollos que catalizan dichos eventos.
Lo que busca esta película es meterte dentro de la experiencia de trabajar en un sitio tan colorido como «The Kitchen». Lo abrumante de «La Cocina» verdaderamente radica en su forma. Planos secuencia duraderos que te transportan alrededor del restaurante completo. Intensos usos de efectos de sonido y diálogos qué crean una cacofonía de quejas, sonidos ambientales, griteríos, y chistes. El uso de la técnica llamada «step-printing» para ofrecer imágenes más expresionistas de una mujer inmigrante navegando dentro del caos expansivo de Nueva York solo para arribar al caos encapsulado de «The Kitchen».
El estilo y la forma de la película es enérgico, pero la película también te da una experiencia similar al género llamado «hang-out movies» reminiscente a películas de Richard Linklater o Jim Jarmusch pero con la urgencia y explosividad de alguien como Martin Scorsese.
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Alonso Ruizpalacios nos comparte muchas ideas en «La Cocina» sobre México, Estados Unidos, la sociedad, y a dónde vamos encaminados.
Es una chinga existir, no importa de dónde seas, de dónde vengas, ni dónde estés. El futuro es incierto en Estados Unidos, y ni se diga de los lugares de dónde provienen los inmigrantes. Esto te lo establece la cinta con personajes que no se sienten como estereotipos ni caricaturas. Claro, existen ciertas cualidades que pueden tener que podríamos interpretar como «a ese personaje lo he visto antes» pero yo creo que eso es un testamento a lo honesto, y apegado a la realidad de la obra.
A dónde sea que vayamos vamos a encontrar gente que se parece en actitudes a alguien de nuestro pasado. El cast de «La Cocina» provee la película toda una nueva paleta de colores, en una secuencia particularmente memorable observamos el rebane del staff. En esta cada quien usa las palabras aprendidas en el idioma de los otros para insultarse.
Los mexicanos hablan francés, los franceses hablan español, los gringos hablan árabe, etc. Una demostración muy amena de la mezcolanza cultural que es “La Cocina” un lugar dónde sirven comida americana, árabe, japonesa, de la India, etc. En dónde el dueño es árabe, el manager es un hombre blanco, el de RH es un latino gringo, el chef es francés, y el resto del staff también son de otras partes del mundo. Todos provenimos de otro lado.
Muchos podrían ver la película como una experiencia sobrecargada, pero yo argumentaría que ese es el punto. Somos muchos, ya no cabemos, venimos de otras partes con nuestras costumbres e idiomas, y es increíblemente difícil convivir y encontrar un lugar cuando vienes desde abajo.
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