Esta película es una concentración de fuertes estímulos visuales, proyectada con efectismo y destreza técnica, que presenta diversos acontecimientos al unísono; además se encarga de provocar un sobresalto tras otro, en medio de un violento y confrontante suspenso psicológico; tensión y angustia intensos son generados a través de las turbadoras secuencias e imágenes de la vida diaria y la convivencia de una pareja dentro de una casa que respira y tiene vida propia, que funciona como el núcleo de su unión, pero que a la vez los aleja y mantiene distantes, en diferentes frecuencias y con distintas percepciones sobre lo que acontece.
La pareja protagónica, que forman un poeta maduro (Javier Bardem), ecuánime, por unos momentos dominante y egocéntrico y, en otros, exasperantemente pasivo e indiferente.
Y la mujer (Jennifer Lawrence), dedicada en alma y cuerpo a su hogar y a su amado, entregada a su pareja y a su casa, con la que se conecta de manera especial, ve su apacible mundo alterarse ante la extraña y sospechosa llegada de un hombre desconocido y su mujer.
Un encuentro del que derivará una serie de situaciones que sacuden los cimientos de su unión y de su espacio vital, y que a ella la llenan de impotencia y desesperación.
El director (Darren Aronofsky) aborda, mediante un ejercicio metafórico, una serie de profundos pensamientos cargados de un aplastante peso de ideas muy revueltas.
Crea un alusivo cuento en el que compenetran mensajes mitológicos, religiosos e incluso ambientalistas, forjando un mundo alterno en su película que se convierte en el reflejo de todos los imaginarios colectivos a los que somos susceptibles.
Su manejo del tiempo, el espacio y la lógica dentro del argumento es por completo caprichoso, y sin duda, es uno de los propósitos el que no exista una secuencia lineal y bien estructurada de los hechos, por lo que la historia que se cuenta deja de ser relevante para dar paso a su significado, a los subtemas que deja en el aire.
Desde el comienzo de la cinta se puede notar, intriga, aires góticos y hasta cierto punto un poco terrorífico, las escenas van un tras de otras, en continuidad lineal pero a la vez tan diferentes una de otra.
La música en este tipo de películas juega un papel muy importante, ya que el objetivo es hacer tención al público, pero es curioso ya que no toman mucho en cuenta este recurso, sin embargo la película por si sola logra hacer esto y hasta puede llegar a hacer sentir un poco de presión, y de desesperación.
La cámara en movimiento constante se vuelve una espía dentro de la casa, siguiendo muy de cerca y en todo momento los pasos de la la mujer destacando su femineidad y personificación clara del estereotipo de fertilidad y el arquetipo de la madre tierra.
Dicha cámara en modo subjetivo se convierte en su sombra, la acompaña en sus incansables labores domésticas, con tomas cerradas y asfixiantes.
Por cualquier, el mayor mérito que se le puede dar a esta película es el de lograr despertar en el espectador un sinnúmero de emociones, que van desde el aturdimiento, debido a la violencia de las escenas, a la turbación ante lo sobrenatural y hasta el terror ante la inminencia del peligro y el caos que reina dentro de la pantalla, para después despedirse con un fuerte final que a cualquier lo deja sorprendido.
De tal forma que esta perturbadora cinta es capaz de provocar cualquier clase de sensación que uno pueda imaginar.
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Soy un chico que trata de dar un punto de vista diferente sobre el maravilloso mundo del cine.
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