En 1999, llegó una película que filosófica y visualmente revolucionó el universo cinematográfico: “Matrix” (1999). Creo que no hubo ser en el planeta que no alucinara con Neo (Keanu Reeves) o citara las sabias palabras de Morpheus (Laurence Fishburne).
Sin embargo, fue 15 años antes, que una de las películas más icónicas e inspiradoras que se cruzó por mi camino tuvo ese efecto en mí: “Karate Kid” (1984).
Ésta reseña no tiene nada que ver con el reciente estreno de la serie “Cobra Kai” (2018), sino con una nostalgia genuina después de haber visto recientemente la película.
Karate Kid tiene una trama sencilla. Daniel LaRusso (Ralph Macchio), quien posee un serio interés en el karate, se muda con su madre de New Jersey a unos departamentos en Los Ángeles.
Para su suerte, a los minutos de su llegada recibe la primera invitación para una fiesta en la playa. Allí conoce a Allie (Elisabeth Shue), la chica más popular del lugar.
Pero las cosas no resultan como él espera.
Ganar el corazón de Ali no es cosa sencilla. Su ex-novio Johnny (William Zabka) es un típico abusador buenazo en el karate que a la primera, le rompe la cara al muchacho recién llegado.
Las cosas no pintan bien. Pero Daniel, como todo buen héroe tendrá la suerte de toparse con su mentor: el señor Miyagi (Pat Morita).
El Sr. Miyagi es el conserje de los departamentos y en una visita de mantenimiento, sorprende al chico practicando karate de un libro. Le cae bien.
Como todo un buen tipo, reconoce un buen corazón cuando lo ve.
Por eso, cuando Daniel trata de vengarse de aquella primera humillación y termina siendo perseguido por Johnny y su pandilla, el Sr. Miyagi no duda en salir en su defensa haciendo gala de destreza (para su edad) y de una técnica mortal que dejará a todos en la lona.
Entonces el reto. El Sr. Miyagi se presenta en la escuela de Karate de los abusadores con la intención de pedir paz, solo para darse cuenta que el sensei es peor que los alumnos.
Las fuerzas deben de enfrentarse. Dejar en paz a Daniel le costará combatir en el torneo local contra todo un dojo.
Sabemos a dónde nos llevó la historia. Pero con éste escrito, realmente lo que quisiera es rendir un pequeño homenaje a la sabiduría de aquel anciano que sin grandes efectos especiales, y con un inglés imperfecto, dejaron en mi espíritu de niña su huella.
- “Si Karate usado para defender honor, defender vida, karate significa algo. Si karate usado para defender trofeo de metal, Karate no significar nada.”
- “Aquí dos reglas de Karate Miyagi-Ryu. Regla número uno: karate solo para defensa. Regla número dos: primero aprender regla uno.
- “Está bien perder ante oponente. No perder ante miedo.”
Y con estas sabias palabras los dejo queridos lectores. Sabias palabras que en su momento, me hicieron ver la Matrix.
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Marysol Jasso es una adicta a la ficción. Desde pequeña, siempre ha encontrado en el cine y la televisión universos deliciosos para complementar su realidad. No fue mucha sorpresa que haya decidido estudiar de manera profesional cine y guión para seguir viviendo, por gusto y profesión, llena de conflicto, drama y giros inesperados.
