Los antagonismos extremos conllevan una enérgica carga de violencia mediante la vehemencia que en muchas oportunidades, rivales, competidores en un raid casi sin sentido, expresan a través de sus costados más difíciles, enmarcando una lucha conspicua que nos acerca a la reflexión aquella del Martín Fierro de Hernández, en referencia a quien ejercerá dominio, si nos dividimos entre nosotros mismos.
Esas frecuencias tan dispares, en una paradoja singular de defensa a un ideal o líder de construcción política, y el vació que queda como lastre de una lucha que favorece siempre al poder reinante. Refleja esta obra que con singular característica, forjada desde la exacta pluma de Osvaldo Soriano, escritor que con virtud, reflejó diversos matices de nuestra sociedad en sus trabajos y desde el desarrollo de un guion adaptado con capacidad por el gran Roberto Cossa y la dirección dinámica y conductiva del relevante Héctor Olivera, nos mostraran un fresco de un momento sombrío de nuestra historia, la antesala al terrorismo de estado y todo aquello que sobrevendría en pos de instaurar un régimen dictatorial.
La historia se centra en la tranquila localidad de Colonia Vela, lugar de ficción, perdido entre la inmensidad de alguna provincia, a principios de los años ’70. En la pasividad de la localidad, se desata una feroz lucha entre facciones de derecha e izquierda de una popular línea política, que trae aparejadas imprevistas y trágicas consecuencias para todos los habitantes del pueblo.
Significativo es el lugar en el cual se desarrolla la narrativa. Un pueblo olvidado y perdido, casi como metáfora de aquel país (Argentina potencia) que comienza a mostrar los síntomas de una devastación a suceder, de la mano de las luchas internas divisorias y taciturnas.
Así entre pasos tragicómicos el grotesco sobreviene, y 24 horas de un combate se transforma en un absurdo, ambas facciones improvisan. La lucha no se inserta en la vida cotidiana del pueblo, quienes se constituyen como los grandes ausentes, espectadores silenciosos del antagonismo y la locura reinante.
A partir de advenimiento democrático, surgen grandes obras cinematográficas, de amplitud a la hora de canalizar y dar a conocer conflictos mediante el arte, que de modo censura, se habían arrojado al hueco de la oscuridad de ideas y pensamientos, resultando esta obra, uno de sus más elevados estandartes.
Su elenco es de antología. Federico Luppi, Ulises Dumont, Rodolfo Ranni, Víctor Laplace, Miguel Ángel Solá, Lautaro Murúa, Arturo Maly, Julio De Grazia, Héctor Bidonde, Graciela Dufau, Patricio Contreras. Seleccionado de oficio y compromiso, nos introducirán hacia un entretenimiento de reflexión y análisis puro de nuestras características, con un dinamismo extremo y orientando a la vuelta del cine costumbrista.
Tan solo erradicando el olvido, teniendo memoria, de seguro cada día un pesar menos sostendríamos. Y el querido Gordo Soriano, esté donde esté, sentirá sobremanera que su misión se ha cumplido.
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Crítico cinematográfico especializado en Cine Argentino.