Vivimos rodeados de simbolismos a través de nuestra existencia. Representaciones de conceptos, creencias o sucesos diversos, que encuadran nuestro devenir. Los mismos poseen la característica de sugerir objetos en vez de nombrarlos de modo directo.
En el caso de este producto, su protagonista, el señor Fernando Birri, resulta ser el simbolismo directo y sin retaceos del Cine latinoamericano por excelencia. El sendero que toma el cineasta situado en actor para este trabajo, lo realiza con no mejor partenaire. El emblemático director Eliseo Subiela, que retorna a lo que mejor sabe: Describir y sumergirse en el mundo de la locura.
Dos potencias concretas de la cultura, ampliando el horizonte de lo analítico y surrealista, en un marco de desarrollo misterioso, casi con ribetes policiales, y diálogos que concretamente son de antología.
La historia narra el devenir de un grupo de estudiantes de cine que acuden al hospital psiquiátrico Borda a entrevistar al interno Remoro Barroso (Fernando Birri), un supuesto director de cine de antaño, filósofo y didacta, cuyas frases célebres sobre el arte en cuestión ponen al menos en duda su cordura. El hombre desapareció del circuito cinematográfico después de que una joven actriz fuera asesinada en los lejanos años sesenta.
Así lo ficcionado se comienza a convertir en un documental, la realidad entremezclada con la fantasía, la locura y lo normal y la trascendencia del cine mismo, en la totalidad de su desarrollo. La creatividad esta propuesta en cada secuencia de lo filmado, y que Subiela filme al Gran Birri, ya es toda una locura de forma y modo literal y practico. En definitiva, ambos son lo mismo.
El director, el maestro de las temáticas psiquiátricas y conflictivas (Hombre mirando al Sudeste – El lado oscuro del corazón) y Birri, creador del documental latinoamericano e icono viviente, resulta idea llamativa, a la hora de generar interés en abordar este film.
Las frases que se generan en su línea argumental, tal vez se concreten como uno de los más altos valores del trabajo. Los diálogos de misterioso cineasta con los jóvenes estudiantes de cine, nos conducen a la reflexión absoluta, esgrimiendo ternura y misterio, ante reflexiones que van más allá de las preguntas.
Su parte técnica, mas allá de poseer líneas en formato documental, video y fragmentos de films surrealistas filmados por el personaje protagónico, contiene lo mejor del universo Subiela de los dramas internos en parajes casi desolados.
Su elenco se compone por el gran cineasta ya mencionado, y por Maria Luz Subiela, Juan Manuel Lopez y Sandra Sandrini, de breve aparición pero efectiva y contundente.
«Paisajes devorados» es una gran narrativa, que incluye una intriga policíaca: ¿Quién es Remoro Barroso? y el desarrollo del motor de la idea y sus devenires constantes, muestra cabal y honesta del cine bien logrado, y verlo actuar al histriónico Birri, de Chaplinescos pasos, de sabia y tierna mirada, nos hará entender que el arte no está perdido, que la totalidad expresiva y narrativa que posee nuestra cinematografía, continuara por caminos de proyección ampulosa y futuro promisorio.
No se pierdan la escena final, al concluir la totalidad de los créditos. La misma abarca un profundo cuestionamiento humano que dura segundos. La película estrenada en 2012, se puede ver por la plataforma gratuita Cine.Ar
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Crítico cinematográfico especializado en Cine Argentino.
