Desde su promisorio debut “Todo Lo Que Siempre Quiso Saber Sobre El Sexo Y Nunca Se Atrevió A Preguntar” (1972); pasando por obras maestras cinematográficas como “Annie Hall” (1977); “Manhattan” (1979) y “Hannah Y Sus Hermanas” (1986); todas las películas de Woody Allen son más que merecedoras de nuestra atención como espectadores.
En esta oportunidad elegí reseñar su “Blue Jasmine” (2013), dirigida con gran estilo y lucidez por Woody Allen a los 73 años; donde vuelve a su amada ciudad de New York después de un recorrido fílmico por Europa y con una maravillosa interpretación de la actriz Cate Blanchett, que le permitió ganar ese año el Premio Oscar a Mejor Actriz.
Encontramos en la figura de Woody Allen a uno de los directores de cine más notables y prolíficos, produciendo casi una película anual a lo largo de 50 años de carrera.
El sexo; la muerte; el psicoanálisis y la religión son las principales premisas en su filmografía.
Su cine es pensante; intelectual; tragicómico; a veces hasta absurdo e influenciado por otro director del que Allen es confeso admirador: el sueco Ingmar Bergman.
En “Blue Jasmine” (2013), Jeanette/Jasmine (Cate Blanchett) es una mujer de cuarenta y tantos; refinada y de un muy buen pasar económico gracias a estar casada con un infiel hombre millonario de negocios (Alec Baldwin).
Pero no todo lo que brilla es oro, y un día lo pierde todo, pero todo, al caer su marido tras rejas al ser descubierto en numerosas estafas y turbias operaciones financieras.
A causa de este fatídico episodio, Jasmine tendrá que hacer un radical cambio de vida y mudarse de su lujoso departamento en Nueva York a un humilde departamento en San Francisco; donde vive su hermana Stella (Sally Hawkins, la actriz inglesa de “La Forma Del Agua” (2017) de Guillermo del Toro) y sus hijos.
Allen, muy acertado como casi siempre, hace en “Blue Jasmine” una especie de versión libre de la novela clásica “Un Tranvía Llamado Deseo”, pero en clave de comedia dramática.
Es realmente increíble su capacidad para transformar la tragedia de Jasmine en algunos momentos en algo cómico y la importancia que le da a su personaje principal; una mujer que nunca puede aceptar su nueva realidad y que se refugia en el alcohol y los antidepresivos para tratar de no perder la poca cordura qué le queda.
Por medio de flashbacks vemos la opulenta vida burguesa anterior de Jasmine y tratamos de así poder comprenderla quizás un poco más.
Neurótica (muy al estilo Allen), con ataque de pánico y colapsos nerviosos, creerá encontrar una solución a todos sus males cuando conoce un futuro congresista (Peter Sarsgaard); quien tiene las herramientas para devolverla otra vez a su anterior vida.
Jasmine pasa por una dura adaptación cultural, social y económica, detectando a la clase trabajadora donde pertenece su hermana Stella; como su novio Chilli (Bobby Cannavale), un mecánico de origen Italiano un poco bruto y básico.
En “Blue Jasmine” (2013) lo gracioso y cruel, se confunde con lo desolador y la locura.
Seremos testigos de la vida de Jeannette/Jasmine (realmente soñada Cate Blanchett) de quién por momentos tendremos lastima y en otros directamente odiaremos por su soberbia;, pero la experiencia vale la pena y todo gracias a el enorme talento de Woody Allen.
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