Las revisiones sobre el oscuro tiempo Argentino, aquel del enclave dictatorial denominado «proceso de reorganización nacional», poseen diversas aristas y conatos de ideas marcadas, modos y formas de diversas visiones, y recordé de inmediato al observar la obra, aquel dicho de un pensador alemán, allá lejos y hace tiempo: «No existen hechos, si no interpretaciones de los mismos».
En este caso puntual, el hecho se sucedió, y las interpretaciones fueron varias. Y he aquí una muy singular y particular, proveniente de la pluma del afamado escritor Antonio Dal Massetto, persona que transitó una vida de película, y reflejo en este caso, una visión distinta, una interpretación de severidad y análisis dentro de la situación siniestra social y humana.
Resulta interesante descubrir como este trabajo ahonda la psiquis humana ante una situación de peligro oculto y no plausible, desde la soledad de las calles de Buenos Aires, que ponía suma atención en una contienda futbolista como el Mundial, dentro de un marco de detenciones ilegales y desapariciones, también dejando entrever el rasgo característico social que transcurría en aquella etapa.
Todas estas vertientes fueron trasladadas con eficacia a la pantalla por la dupla Rafael Filipelli y Emilio Alfaro, con la colaboración en el guion adaptado del mismísimo Dal Massetto, construyendo una historia asfixiante por momentos, tomando en el sesgo visual imágenes de una ciudad setentosa, que nos ingresara en un túnel de recuerdos a través de sus simbolismos precisos, sus luces y sus sombras.
El film, describe las dificultades de un periodista que es alertado de que puede estar siendo seguido por fuerzas paramilitares. Esto es porque se ve gente sospechosa parada frente al edificio del protagonista. Así desde su consternación, comienza a tener brotes de paranoia debido a las sospechas de persecución por parte de los misteriosos hombres parados en la puerta de su edificio, supuestamente integrantes de los Grupos de Tareas existentes durante esos tiempos.
Estas situaciones que no se visualizan en lo explícito de la desaparición, fueron sostenidas y padecidas por miles de personas en aquel tiempo. El daño psicológico que padece el protagonista, ligado al temor que genera su presencia en cada sitio al cual se dirija, producto de su acto de desesperación de no saber si es o no un listado, genera un suspense muy bien logrado y estructurado en locaciones justas, sosteniendo secuencias de tensión, aguardando que explote el concepto de violencia irracional en cualquier instante.
Aquella contienda deportiva resulta ser un constante símbolo de la anestesia general que le vino como anillo al dedo al poder oscurantista. Un elenco de jerarquía estructura la labor. Luis Brandoni como el periodista abstraído en una situación jamás atravesada, generando un rol acertado y concreto, Luisina Brando como su novia, con la belleza y el oficio de siempre, Soledad Silveyra y Elsa Berenguer, la querida actriz en un papel particular, bien a la medida de nuestro modo de ver las cosas, cuando no podemos interpretarlas o no las comprendemos de plano.
La música incidental, densa y muy bien lograda de Jorge Lopez Ruiz, y la fotografía de Yito Blanc, conforman una realización interesante para abordar, que nos brindara una visión diferente de los sucesos tristemente célebres acontecidos
Entre Falcon Verdes y acecho, El pueblo Argentino fue sitiado hasta el hartazgo. Cada vez que un film puede descubrir hechos y formas de aquel desmadre absolutista y tiránico, resulta una bocanada de nuevo aire, aunque parezca ambiguo y posea rasgos de eufemismo la idea.
Puedes conseguir la NOVELA original sobre la que se basa la película.
Crítico cinematográfico especializado en Cine Argentino.
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