“El Informe Auschwitz” (2021) narra los hechos ocurridos en Auschwitz, el fatídico campo de concentración de humanos y una verdadera fábrica de muerte.
“El Informe Auschwitz” enmarcado dentro de las miles de obras que tocan el tema de uno de los holocaustos más trágicos posee una particularidad; un sesgo por demás interesante dentro de la estructura de un tema conocido por la mayoría de nosotros.
Estructuralmente se centra en una situación poco explorada: lo complejo que resultaba entender antes de 1945, que un infierno de esta magnitud sucediera en nuestro planeta.
Un ensayista, filósofo y novelista español llamado George Santayana, generó una frase que nos converge a todos por igual, dentro de la trascendencia de vida y la conciencia misma: “aquellos que no recuerdan su pasado, están condenados a repetirlo”.
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El cine nos ha provisto ya de todas las imágenes y sentimientos posibles sobre la barbarie nazi y el horror de aquellas sombrías barracas.
Por lo que sin giros extraños, ni contramarchas, el director eslovaco Peter Bebjak aborda en esta película una suma de desgarros narrativos perfectamente montados para mostrar con crudeza única y espectral todo aquel frío; aquel terror y aquella humillación que millones tuvieron que sostener.
Los tópicos tradicionales lastiman, y mucho, no cabe duda alguna que ese pesar nos transcurre interiormente al observar atrocidades cometidas por genocidas, pero el mérito absoluto de este trabajo, radica en una desconocida historia, reveladora y concreta.
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“El Informe Auschwitz” narra el devenir de dos judíos eslovacos que escaparon de Auschwitz en 1944 y consiguieron regresar a Eslovaquia para convencer a todos aquellos que no querían ver la verdad.
Una de las cosas que impidió la indignación mundial por el programa genocida de los nazis, fue que el alcance de las matanzas indiscriminadas no se conocía ampliamente mientras la guerra estaba en su apogeo.
Alemania hizo un supremo esfuerzo por ocultar la horrible implementación de lo conocido como la “solución final”. Representantes de la Cruz Roja visitaron algunos campos de concentración, donde los nazis se esforzaron por ocultar lo que realmente estaba pasando.
El Informe Vrba-Wetzler, compilado por Alfred Wetzler y Rudolf Vrba; dos judíos eslovacos que escaparon de Auschwitz en 1944, fue uno de los primeros informes internos sobre la matanza masiva y los mismos sirvieron para impedir que el gobierno del país europeo transportara a más de 100.000 judíos húngaros a Auschwitz durante los últimos meses de la guerra.
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La dura y altamente dramática narrativa, con contenidos severos y reflexivos, se explaya abiertamente a lo largo y ancho de un trabajo que es de suma importancia ver para volver a entender un poco más aquel camino tan tedioso que ofrece la condición humana, pero tan esperanzador y lumínico a la vez.
La cinematografía de la realización, a cargo de Martin Ziaran, posee contrastes sumamente interesantes y un eximio trabajo de dirección de arte e iluminación nos harán entender la pesadilla desde esta producción eslovaca que nos aleja de los severos abismos que produce la desmemoria.
El segmento actoral posee tres grandes interpretaciones. Como las de Noel Czuczor y Peter Ondrejicka, quienes nos trasladan a la esencia misma de aquellos dos héroes poco recordados.
Estos últimos exteriorizan el más severo horror desde sus miradas, desde sus osamentas y sus posturas; generando un auténtico y sentido trabajo, y la breve pero contundente presencia de John Hannah en el rol de una autoridad de la Cruz Roja.
Su participación se convierte en una representación de emociones en una logradísima secuencia que conduce un plano general hacia un súper primer plano, demostrando su profesionalidad y característica dentro de un momento alto de la realización.
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“El Informe Auschwitz” posee una particularidad. Resulta ser algo así como un recordatorio hacia las personas que a veces necesitan ser sacudidas de sus suposiciones y complacencias; para darse cuenta de las atrocidades que los seres humanos son capaces de cometer contra otros seres humanos.
Además, cuenta con un sorprendente epílogo. Voces que se confunden entre sí. Grietas y contramarchas humanas y la muestra auditiva, veraz y fáctica que las cosas no han cambiado demasiado.
El film es un “dossier” en sí mismo, que nos recuerda la importancia de dar testimonio de la atrocidad y la injusticia; un tema que conserva amplia relevancia en nuestro inquietante nuevo siglo marcado por el aumento de los regímenes autoritarios en todo el mundo.
Adolf Hitler sostenía siempre una frase: “Lo más importante de las lecciones de historia, es que jamás se aprenden”.
Es hora de demostrarle todo lo contrario en homenaje a la memoria de Alfred Wetzler y Rudolf Vrba. Dos imprescindibles que resistieron en un lugar donde se ingresaba caminando, y se egresaba por las chimeneas.
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Crítico cinematográfico especializado en Cine Argentino.