En momentos híbridos y conspicuos como los actuales, cargados de tecnología líquida; guerras comando a distancia; pueblos cegados y sesgados por las diversas opresiones de un poder siempre invisible; colmado de debates parlamentarios en miles de regiones del planeta que intentan “mejorar la vida de hombres y mujeres” desde la libertad económica y personal.
Ver “Lincoln” (2012) no solo genera conocer un poco más el sesgo y raíz de su protagonista a través de sus modos y actitudes que representaron causa humanitaria fuera de banderías o ideologías; sino que aporta sobremanera una chance para aproximarse a realidades compartidas, descubriendo así muchas preguntas y tan solo algunas respuestas.
Y de los sueños de un hombre de extrema importancia para un país que se dirimida entre manifestaciones bélicas y causas raciales se traduce esta obra épica.
Fuera del estilo biopic, marcando de modo sistemático el desarrollo, la cocina de los movimientos políticos (en nuestra región conocida como “Roscas”), sin emplear arquitecturas cargadas de efectos especiales o modalidad digital, ni historias colmadas de suspenso o trascendencias literarias en el camino de lo descriptivo narrativo.
Sin lugar a dudas y desde los trabajos de cine realidad, Steven Spielberg, director y productor de “Lincoln”, basado en «Team Of Rivals: The Political Genius Of Abraham Lincoln«, de Doris Kearns, escritora que situaba su obra en manifiestos biográficos muy singulares; vuelve a ese cine que tan bien hace, que demuestra sin concesiones personajes de extremo énfasis desarrollándose mediante el estrato más humano e interno.
Mostrando facetas y rasgos de personalidad realmente significativos; sobreponiendo su astucia e inteligencia para ingresar en temáticas nada fáciles; generando con brillantez elaboraciones que llevan su firma fuera de la temática aventurera; y que convierten el entretenimiento en una usina del pensar a través de las incertidumbres y visiones que ciertos protagonistas desarrollan en los esquemas de sus trabajos que exceden el mercantilismo hollywoodense.
La historia de “Lincoln” cubre los últimos cuatro meses de la vida del líder reformista Abraham Lincoln centrándose en los esfuerzos del presidente en enero de 1865 para que la Decimotercera Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos fuera aprobada por la Cámara de Representantes.
La misma se constituía en la abolición completa de la esclavitud, y de modo paralelo, su intención de culminar con la sangrienta guerra civil que se desarrollaba.
De modo estructural el encuadre del film se sitúa en un debate político y a toda una estrategia política; humana; llena de intrigas y de manipulaciones para lograr la aprobación definitiva de la reforma anteriormente mencionada.
Y los sueños e ilusiones de un ser común con un poder concedido dentro de un esquema de luchas profundas e interesadas pugnando por el criterio amplio que genera el establecer libertad; entre el amor a su familia y sus dificultades de relación con la misma, una vida llena de honores, de admiración popular, y de odios amenazantes.
Su liderazgo en tiempos de crisis le ha de costar un elevado costo, pero le significará también un lugar en la historia de las conquistas humanas y en la derrota de lo secular y violento.
El conflicto entre un hombre que desarrollaba un vórtice pacífico, humanista, siempre dispuesto al diálogo y a la comprensión y a la vez poseedor de un espíritu duro; como dispuesto a todo, aún a los sacrificios, a las manipulaciones, a los horrores y dolores de la guerra. Se convertirá en un rasgo particular y significativo de la obra. Un lineamiento que se encuentra en varias secuencias y realza el valor analítico del trabajo.
El hombre y sus eternas circunstancias, atravesando sectores como equilibrista con una vara que péndula a través de sentires, egos, trascendencia, idolatría.
Las grandes dubitaciones de un líder por antonomasia se van delineando gradualmente, generando una identificación hacia el líder, en pleno reflejo de nuestros propios interiores, aquella casa en la cual moran miedos, esperanzas y voluntades un poco buenas y un poco males.
“Lincoln” (2012) es un multipremiado film en diversos festivales, con 7 estatuillas al Premio Oscar en su haber, se despliega la batería Steven Spielberg de recursos técnicos de maravillas.
Desde la templanza de la línea fotográfica, constituida por Janusz Kamiński; la dirección de arte, montaje y música concebida por el siempre efectivo John Williams; el equipo estable del director estadounidense, se desarrolla a través de la gama actoral de inconmensurable relevancia.
La primera actriz Sally Field en un rol profundo y sentido; Tommy Lee Jones demarcando un parlamentario misterioso, el cual posee un fin específico y personal en el derrotero de abolir lo inentendible; y gran elenco coronando un trabajo por demás elocuente, diferente, reflexivo y de aporte y conocimiento histórico.
La figura de Abraham Lincoln, con su forma alta y desgarbada; su aguileña nariz, su sombrío y severo modo; su presencia imponente y vestido de negro con sombrero de copa, vive en el imaginario colectivo.
Pero se representa de forma mágica, vehemente, entrañable, a través de uno de los máximos actores que género la cinematografía. Daniel Day-Lewis, 3 veces ganador al Premio Oscar por Mejor Actor de la academia; ha logrado ingresar a la esencia misma, al lado perturbado y profundo del estadista, identificándose en cada gesto.
Recurriendo al “método” que catapultó a su colega Robert De Niro para construir el rol; sumando al cenit de la interpretación actoral su rango particular y su eje magnético.
En tiempos vacíos de ideales e ideas; de ídolos con base de barro; en momentos en los cuales todos poseen precio; la luz que emiten estos grandes de la historia, generan una sensación que a diario perdemos: La de la esperanza de concebir un mundo mejor desde el intentar construir un sistema equitativo e igualitario; a través de conocer indispensables seres que han sido ejemplo vivo de la raíz más importante que posee el humano: El amor y respeto hacia el prójimo.
Librando y equilibrando, como aquel delgado ser Abraham Lincoln, una batalla en medio de la guerra y la paz.
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Crítico cinematográfico especializado en Cine Argentino.