“La gota de agua perfora la roca, no por su fuerza, sino por su persistencia.”
Ovidio
Y con ese delicado poder, “Nomadland” (2020) se adentra en el espectador con la profundidad y belleza de un poema cinematográfico.
Basada en el libro “Nomadland: Surviving America in the Twenty-First Century” de Jessica Bruder. La directora y guionista, Chloé Zhao, logra una adaptación que nos lleva a través de una narrativa lírica en un viaje de autodescubrimiento e inspiración.
La película sigue la travesía que emprende Fern (Frances McDermont) cuando a causa del cierre de la industria que sostenía económicamente la vida en su pueblo, toda la comunidad y hasta el código postal desaparecen.
Por ello, Fern guarda todo lo que fue su vida en una bodega local, y se lanza al camino en “Vanguardia”, la furgoneta que se convierte en su nuevo hogar, porque como ella misma explica, no es que se vuelva una vagabunda (homeless en inglés), simplemente ahora es una persona sin casa (houseless), que no es lo mismo.
Con este planteamiento, la protagonista comienza un recorrido personal.
Buscando trabajos temporales y a la vez, integrándose a comunidades que al igual que ella, han elegido la vida nómada deslizándose por del país en cuatro ruedas.
Al comienzo, la película aborda la problemática de tantas comunidades estadounidenses que prosperan o mueren alrededor de una sola industria. Recordé aquel documental de Michael Moore “Roger Y Yo” (1989), donde expone cómo la ciudad de Flint quiebra cuando General Motors decide retirar su planta. Pero las historias no pueden ser más distintas.
“Nomadland” (2020), con su impresionante belleza visual y planteamiento pausado es, en palabras de su directora, “más un viaje de soledad y dignidad humana”, que una denuncia social.
La carretera y vastedad en el horizonte nos hacen reflexionar acerca del concepto de hogar; de pertenencia; y de si lo que tenemos nos define o somos nosotros quienes le damos significado.
La película se enriquece, además, con personajes como Swankie (Charlene Swankie). Enferma de cáncer terminal convencida de no querer sobrevivir en un hospital, sino de vivir lo que le resta y darse todavía la posibilidad de “encontrarse con algo nuevo”.
Reflexiones como esta convierten la travesía de esta cinta en metáfora de la existencia misma.
Un regalo al espíritu.
Espero que la disfruten y en palabras de Bob Wells: “Nos vemos en el camino”.
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Marysol Jasso es una adicta a la ficción. Desde pequeña, siempre ha encontrado en el cine y la televisión universos deliciosos para complementar su realidad. No fue mucha sorpresa que haya decidido estudiar de manera profesional cine y guión para seguir viviendo, por gusto y profesión, llena de conflicto, drama y giros inesperados.