Una mujer con cáncer terminal lucha por encontrar sentido a sus últimos días cuando una brutal invasión alienígena la lleva a aferrarse a las únicas cosas que le importan en la vida.
“Day One” es la tercera entrega de la ahora trilogía de “A Quiet Place”, que más bien funciona como un nuevo capítulo que abre la posibilidad a una antología, sin tener conexión directa con la historia original de la familia Abbott, protagonizada por John Krasinski (“The Office”) y Emily Blunt (“Sicario”), pero conservando las mismas reglas del género.
Un Lugar En Silencio: Parte II – Reseña
En esta ocasión, “A Quiet Place: Day One” o “Un Lugar En Silencio: Día Uno” (2024) nos revela el inicio del apocalipsis desde otra perspectiva, planteando la pregunta: ¿qué pasaría si monstruos alienígenas que solo se guían por el sonido invadieran la ciudad más ruidosa del mundo: Nueva York?
Conocemos la historia de Sam (Lupita Nyong’o, “12 Years A Slave”), una joven desahuciada de Harlem que pasa sus días en una clínica recibiendo tratamientos de quimioterapia. Se ha vuelto una persona cínica y de carácter duro. Antes de su enfermedad, ella era una reconocida escritora cuyo padre fue alguna vez un talentoso pianista. Ahora escribe irónicos poemas sobre lo absurda y vacía que le parece la vida.
Para tratar de darle algo de esperanza, su enfermero y amigo Reuben (Alex Wolff, “Hereditary”) la invita a hacer un pequeño viaje a Nueva York para comer un pedazo de pizza en su lugar favorito. Conforme el autobús llega a la ciudad se siente un incremento en la tensión: helicópteros a toda velocidad, torretas de policía, sirenas de ambulancias.
Un reportaje de televisión anuncia un estado de emergencia cuando extraños meteoritos comienzan a azotar el pavimento. De entre los escombros, la gente comienza a ser atacada por una horda de monstruos bípedos sin rostro, que destruyen todo lo que produce sonido.
A pesar de la conmoción, Sam se resiste a perder la oportunidad de comer su última rebanada de pizza, cueste lo que cueste. Acompañada por su gato Frodo, conoce a Eric (Joseph Quinn, “Stranger Things”), un chico cobarde al que tiene que rescatar continuamente. Él se encontraba en Nueva York estudiando leyes y buscando el sueño que sus padres tenían para él. Ahora sin propósito, encuentra una esperanza en ayudar a Sam a cumplir sus últimos deseos.
Gracias a este lazo de amistad, ambos encuentran fuerzas para sobrellevar sus pérdidas y tratar de llegar hasta la zona de evacuación que los espera al otro lado de la ciudad.
A pesar de solo tener un par de títulos a su nombre, el director Michael Sarnoski (“Pig”) tuvo la gran labor de contarnos un nuevo capítulo de la saga. Que siguiera teniendo la frescura de la fórmula original pero además, cumpliera con la expectativa que muchos fans teníamos sobre cómo fue el primer día de la invasión… Esto, tristemente, no sucede.
En su lugar recibimos actuaciones de primer nivel, empezando por Nyong’o, quien se entregó a su papel bajando de peso para reflejar mejor la fragilidad física del personaje. Logra con ello una gran protagonista, fuerte y determinada. En ese aspecto, tener como protagonista a un personaje femenino que se empodera sigue siendo una muy buena decisión.
No así el personaje que interpreta Quinn, que se pierde en el fondo sin un objetivo claro (más allá de aferrarse a ella). Aunque es un papel muy carismático, su rol se siente más como un pretexto para liberar la tensión. No ayuda mucho que su aparición suceda casi a la mitad de la película, cosa que no te permite llegar a conocerlo bien ni empatizar mucho con él.
Lo que más me gustó de la película fue que se atreve a cambiar el juego de su propia fórmula, sin destruirla. Cosa que suele pasar en las trilogías. No lo considero un verdadero éxito, pero es una película que entretiene, mantiene y entrega lo que prometía. Pero no mucho más.
Otro elemento muy rescatable es el nivel de producción, sonido y efectos visuales con el que cuenta. En ese aspecto la película hace lo que sus anteriores no se atrevieron, que es mostrar la destrucción de la ciudad y los aliens en todo su esplendor.
Ahora estamos inmersos con los personajes en su viaje de supervivencia, sintiendo el asedio, viendo autos que salen volando por el aire y manzanas completas de edificios siendo destruidos. Para ser una película que inició como cine de bajo presupuesto, ahora se siente como un blockbuster Hollywoodense que se esfuerza en pantalla, pero que deja mucha de la acción fuera de plano.
En algo que siento que la película falla es en confiar demasiado en los momentos de silencio. Podría parecer lógico por su título, pero es una película demasiado silenciosa. Tiene muy pocos diálogos, y hay momentos donde no sabes si ese silencio está ahí deliberadamente o si sirve para rellenar los huecos en la trama. Por lo mismo, lo que antes eran escenas de mucha tensión y angustia, ahora son sustituidas por sustos repentinos que la hacen sentir efectista.
Aún así es una digna precuela que abre la puerta a ver más episodios en este universo, antes o después del día uno, pues aún existen muchas interrogantes que resolver en las siguientes entregas para que el concepto no caduque y se pierda como le han sucedido a otras grandes franquicias del suspenso y la ciencia ficción.
“A Quiet Place: Day One” o “Un Lugar En Silencio: Día Uno” (2024) está recomendada para verse en absoluto silencio. Con palomitas y en IMAX.
Un Lugar En Silencio Parte II: Bate Récords De Audiencia – Noticias
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