“Touch of Evil” (Sed De Mal, 1958) es la última película que Orson Welles rueda en Hollywood.
Los ejecutivos de la Universal Studios, espantados ante el visionado de “Touch of Evil” (1958), le arrebataron la película para remontarla y rodar escenas adicionales sin contar con él. Orson Welles escribió un memorando de 58 páginas con las indicaciones para realizar un nuevo montaje del filme, que la productora desestimó.
En 1998 se usó ese memorando para realizar la aproximación más cercana posible a la obra que concibió Welles. Sobre esa versión está realizado este artículo.
En un principio Orson Welles solo iba a actuar, pero una confusión hizo creer a Charlton Heston, la estrella protagonista, que también iba a dirigir la película motivo por el que aceptó participar en el proyecto.
Welles desea tanto una nueva oportunidad de trabajar en Hollywood que acepta reescribir el guión y dirigir cobrando solo su trabajo como actor.
A partir de ese momento Welles se apropia completamente de “Touch of evil”.
La película comienza con un, mítico, plano de grúa que nos muestra la acción de forma ininterrumpida durante más de tres minutos. El mismo tiempo con el que está programado el temporizador de la bomba que hemos visto colocar en el maletero del coche.
Hank Quinlan (Orson Welles) sale del automóvil, una presencia grande e imponente enfatizada gracias al contrapicado y el uso del gran angular.
Welles comentaba que todo el mundo halagaba el plano de inicio de “Touch of Evil” (Sed De Mal, 1958) pero que las secuencias más complejas eran las del registro del apartamento.
Las dificultades de este grupo de escenas son muchas: su larga duración; la cantidad de actores que no dejan de moverse y la propia localización; un apartamento cuyas habitaciones, separadas por tabiques, se suceden en hilera.
Como solución se construye un decorado, abierto por un lado, donde los tabiques se pueden desplazar para que el equipo y la cámara puedan moverse de una sección a otra.
Otro inconveniente es que el director de fotografía Russell Metty, debe colocar una iluminación válida para toda la secuencia. Normalmente esas luces se colocan en los techos, pero Welles quiere que estos se vean. Finalmente colocan todas las luces del mismo lado, frente a la puerta abierta del decorado, consiguiendo que las sombras de los actores se proyecten sobre la pared.
Orson Welles usa con frecuencia objetivos de gran angular en los interiores naturales; de esta forma consigue un amplio ángulo de visión y más profundidad de campo (que todo se vea enfocado). Welles aprovecha el inconveniente de estas lentes; deforman la imagen de los bordes del encuadre, para generar imágenes más expresivas.
Otra de las secuencias que destaca es la del ascensor.
Vista no parece tener ninguna complicación, pero era un ascensor real, no un decorado de plató. Welles decide rodar sin realizar cortes, con la cámara dentro de la cabina, donde se apiñan los tres hombres (más el operador).
Para complicarlo aún más el plano está grabado con sonido directo por lo que el ascensor permanecía unido al equipo técnico, que estaba abajo, por los cables necesarios para la iluminación y el sonido.
En todo momento Orson Welles cuida al detalle la decoración y el atrezzo.
Aun siendo localizaciones naturales, siempre consigue dotarlas de un profundo sentido simbólico.
Welles y el director de fotografía, Russell Metty ruedan de noche; con grandes contrastes lumínicos; con muchas zonas oscuras y puntuales fuentes de iluminación que aparecen y desaparecen según sea necesario.
Quinlan es un policía racista; clasista; xenófobo; corrupto; que abusa de su poder; y se cree con el derecho a juzgar y asesinar en nombre de la ley. Pero a pesar de todo no deja de levantar cierta empatía y, sobre todo, sentimos lástima por la pena y la amargura que desprende.
“Touch of Evil” (Sed De Mal, 1958) es posiblemente el filme más “noir” del género negro.
Es una de mis películas favoritas, pero me temo que una obra tan oscura y con una visión tan aterradora de la corrupción moral e institucional de la sociedad no sea del agrado de muchos. Os invito a dejaros llevar por la fuerza de sus imágenes, historia y actores; pero eso sí, en versión original. La voz de Orson Welles merece ese esfuerzo.
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Director y guionista de cine y televisión. Profesor de Historia del cine, de guion y de dirección en diferentes escuelas e instituciones. Como escritor ha publicado estudios, críticas y artículos relacionados con el séptimo arte. Ha publicado Te acordarás de mí, una novela negra ambientada en el Madrid de Primo de Rivera.