En 1947 Orson Welles quiso demostrar que era un director que podía ajustarse al plan de rodaje y a presupuestos irrisorios. Para ello decidió rodar Macbeth – la obra de Shakespeare-, que ya había llevado al teatro con gran éxito.
Con un presupuesto mísero y en solo 21 días creó una obra que, aunque imperfecta, asombra por su vanguardismo, su minimalismo y la fuerza visual de cada plano.
La historia es conocida: Macbeth asesina a Duncan, rey de Escocia, y se apodera del trono. Para conseguir mantener su reinado manda asesinar a Banquo, su compañero de armas y amigo. Pero el remordimiento comienza a hacer mella en su razón.
Macbeth tras ser informado de la muerte de Banquo, que él mismo ha ordenado, se dirige a la celebración de un banquete junto a los nobles de su corte.
Con las palabras pronunciadas por Banquo resonando en su cabeza y atormentado por el remordimiento, que se refleja en la composición y en la iluminación tan contrastada, se recompone hasta…
… entrar en el salón donde se celebra el banquete.
Todos se inclinan ante el nuevo Rey.
Welles muestra la situación de los cortesanos -destaca Lady Macbeth gracias a su vestuario y posición- y al fondo, en el lado opuesto a Macbeth, el hueco que ha dejado la ausencia del asesinado Banquo.
Lady Macbeth, instigadora de las acciones de su marido para obtener el poder, propone un brindis.
Macbeth alza su copa recordando al ausente…
… Banquo
Al bajar la copa la sombra de esta se proyecta en su rostro como metáfora de su lucha interna y el remordimiento que le corroe.
Macbeth ve algo que le desconcierta.
Sus súbditos preguntan qué le perturba.
Lady Macbeth se muestra temerosa de que su marido se derrumbe y revele lo sucedido.
Macbeth observa aquello que le aterroriza.
Y lo señala con el dedo. La cámara acompaña el movimiento de la mano…
En una panorámica…
… donde la sombra de la mano, que sustituye a la imagen de esta, se va proyectando a lo largo de la pared.
La panorámica continúa…
Para detenerse cuando nos muestra la figura…
… que atormenta a Macbeth.
Banquo, con la sangre sobre su rostro.
Lady Macbeth observa inquieta a su marido.
Y cambia la mirada hacía el mismo lugar donde este mira, para comprobar…
… que no hay nadie.
Este es un claro ejemplo de que el talento y el genio de un artista puede manifestarse a pesar de las carencias que tenga para desarrollar su obra.
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Director y guionista de cine y televisión. Profesor de Historia del cine, de guion y de dirección en diferentes escuelas e instituciones. Como escritor ha publicado estudios, críticas y artículos relacionados con el séptimo arte. Ha publicado Te acordarás de mí, una novela negra ambientada en el Madrid de Primo de Rivera.
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