Las historias sobre timadores, los tristemente célebres estafadores, generan por cierto un halo de misterio e interés.
Siendo puntales a la hora de generar debates; descubriendo el submundo de aquellos que mediante todo tipo de fraudes, consiguen realizar sus sueños de “buenos vividores y personas de elite”. Siendo hasta admirados y ponderados por un sector social que ven sus actitudes, como hazañas certeras. Es por ello que se presenta “El Estafador De Tinder” (2022).
Cinematográficamente hablando, tal cual en el documental de Netflix dirigido por Felicity Morris, vamos desde aquel Leonardo DiCaprio, joven abnegado, que cambiaba y adoptaba un sinfín de personalidades en aquella “Atrápame Si Puedes” (2002) de Steven Spielberg. Y trayendo la ejemplificación hasta nuestras costas; con el simbólico Marcos, con Ricardo Darín, paradigma y arquetipo social del “Chanta” en la grandiosa “Nueve Reinas” (2000) de Fabián Bielinsky.
La aparición de personajes relacionados al modo de vida ilegal produce una sensación y atracción diferente. Dando eje al considerar toda la problemática, redituable y de interés.
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Felicity Morris está a cargo de la dirección del trabajo. Productora y directora británica que posee un trabajo anterior muy interesante acerca del procedimiento de un demente a través de internet. Conjuga un producto dinámico y logrado dentro de la modalidad documental.
Desde tomar un funesto hecho verídico, intentando generar un esquema de pensamiento ante las nuevas maneras y modos de relacionarse. Mostrando la crudeza de las estafas en la aplicación de citas online llamada Tinder.
La línea argumental de “El Estafador De Tinder” (2022) muestra sin concesiones el modo operativo de un estafador que se hacía pasar por magnate y seducía a mujeres en internet para estafarlos por millones de dólares; basándose en una investigación que realizó la revista noruega Verdens Gang en 2019.
El sesgo de manipulación del seductor nato y triunfador se comienza a delinear dentro de una estructura basada en las declaraciones de tres víctimas; estafadas moral y sentimentalmente, y una artera investigación para dar con el paradero del delincuente.
El film nos adentra en diálogos y estrategias del joven israelí; y la arquitectura estudiada sin dejar nada librado al azar en el derrotero de convertirse en un millonario admirado.
A través de los testimonios de tres víctimas se cuenta la historia de Simón Leviev; un hombre que deseó ser parte del jet-set y no se conformaba con adquirir un Rolex; su mecanismo iba más allá de todo lo concebido, caminando dentro de un sendero que no poseía vuelta atrás; y, directa o indirectamente, nos pondrá de cara reflexiva hacia el contexto que transitamos de nuevos métodos de comunicación.
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¿Son certeros y efectivos los nuevos métodos de relacionarse afectivamente? ¿Cuál es el límite que poseen los mismos? ¿Hasta qué punto nuestra integridad se encuentra segura y quien regula todos estos sistemas?
Simón Leviev es un producto del “modernismo liquido”, aquel que tritura y descarta sentimientos y valores. Totalmente delineado simbólicamente en el trabajo, como aquel arquetipo que muchos desean ser. Y de cara al reflejo, el estafador termina convirtiéndose en un ser entrañable; “Piola y Pillo” como usualmente se denomina por nuestras costas a los que cometen estas tropelías extremadamente estudiadas.
Y sus víctimas, que van desde aquellas con personalidad «naif» hasta las que, a pesar del fraude, creen que hallarán su príncipe mediando aplicaciones. Se conforman como la demostración exacta del método social de contactos humanos. Dentro de un frenesí emocional, que termina limitando sus vidas, llevándolas a límites jamás imaginados, alterando su propia salud mental y sus propias ilusiones.
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“El Estafador De Tinder” (2022) técnicamente posee la prolijidad de los trabajos con producción. Una edición y montaje por demás atractivo, que suma al trabajo por momentos un suspenso significativo.
Tres mujeres de diferentes nacionalidades son las protagonistas; personas que con dolor y hasta con ingenuidad, relatan su historia a través de sus palabras; por lo tanto también a través de sus miradas aquellas que expresan más allá de toda intervención verbal.
Y el muchachito de origen humilde y de amplias intenciones, un tal Leviev. Dueño, amo y señor de una empresa dedicada a la comercialización de diamantes; palabra que subyuga a miles de personas, anzuelo letal para definir a una persona como “poderosa e importante”.
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El joven Simón Leviev, de baja estatura y de alta vida, no solo demuestra de modo concreto lo peor de la condición humana. Sino que nos pone de cara al inconexo camino que muchos añoran llamado: “tener para ser y pertenecer”; desde Tinder, un lugar casi oscuro y lleno de terrores de ocasionales encuentros exitosos. Donde, desde fotos de penes no solicitados, hasta biografías escandalosas, no hay escasez de locura en la famosa aplicación de citas.
Y el amor virtual, aquel que muchas personas consagran sin siquiera haber conocido a su amado o amada.
Un mundo moderno que continuamos transitando y acostumbrándonos al mismo. Aceptando cada una de sus miserias, sin detenernos en pensar que, todo aquello que buscamos. Todo aquel amor sincero y profundo deseado, no se encuentran en páginas de citas. El mismo se halla en nosotros mismos.
No se pierdan “El Estafador De Tinder” en Netflix.
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Crítico cinematográfico especializado en Cine Argentino.
