Una cinta bélica conocida en Reino Unido como “Ciudad De Guerra” (City Of War: The Story Of John Rabe).
“John Rabe” (2009) es una película biográfica de drama bélico dirigida por Florian Gallenberger. Basada en los diarios bélicos de John Rabe.
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Cuando en ocasiones se tiene el horror de frente, es cuando el individuo despierta y observa dos opciones: Ser parte del horror o hacer lo que se pueda para negar el mismo.
Y aquel concepto de Hannah Arendt acerca de pensar que se banaliza el mal a través de individuos que actúan dentro de las reglas del sistema al que pertenecen sin reflexionar sobre sus actos, se pone de manifiesto la contracara, la antítesis hacia aquella idea dentro de una historia que resume y representa el compromiso humano hacia una causa social, dentro de un entorno dramático y límite, como lo es el de la guerra.
Y desde el rescate a través del cine de aquellos héroes perdidos, aquellos conceptos que delinean la raíz más humana, comprometida y real, se constituye una historia que engrandece la condición que poseemos como tal.
Lee los diarios de John Rabe AQUÍ.
Una historia perdida como tantas.
Nos sitúa en un argot de sensaciones y sentimientos, adentrándonos en un relato sumamente importante, dirigido y guionado por Florian Gallenberg, cineasta alemán ganador del premio Oscar al mejor cortometraje en 2001, y realizador de la controversial y dura “Colonia Dignidad” entre otros trabajo, quien aplica en su obra una sensibilidad diferente, marcando tiempos y momentos correctos a las crudas y sensibles imágenes que se suceden de modo torrencial mostrando el horror que una población debe afrontar mediante la arbitrariedad.
El relato narra la vida de John Rabe, hombre de negocios, alemán de nacimiento que tenía contactos con el gobierno nazi. Sin embargo, tras la invasión de China por los japoneses, libró de la muerte a más de 200.000 chinos durante la masacre de Nanking
Existe una referencia a la trascendencia de este momento histórico desgarrador, “Ciudad De Vida Y Muerte” dirigida por el chino Lu Chuan, relevante trabajo donde se aplica una somera y rápida referencia al alemán John Rabe.
Sin puntos de comparación con la obra del oriental, al explorar la trascendencia netamente cinematográfica de este trabajo desde un guion ajustado a mostrar la característica de sus criterios dentro de un rigor histórico que pasa a ser y resultar esquema básico del relato, la realización se suma indudablemente al archivo de imágenes y sonido necesario para poner de manifiesto y llevar a la luz todas estas desconocidas contingencias del devenir humano cuando pretende establecer poder absoluto hacia el más necesitado.
Esta no resulta una historia más de guerra, o producto que define la tristemente célebre masacre de Nankín. Cada película tiene en su virtud la forma en que es contada y por lo tanto, la manera que le llega al público. De esta manera, no es repetitiva, puesto que se sigue a John Rabe y su rol en la conformación de una zona de seguridad para los civiles, pero también al personaje desde la estrecha relación con sus empleados, hecho que lo configura como un Oskar Schindler en tierras milenarias de tradiciones arraigadas.
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El trabajo de “John Rabe” (2009) mueve y conmueve.
Va de reflejo directo hacia el corazón, definiendo el rigor histórico de un modo profundo y visceral, desde los personajes que constituyen el trabajo hasta el desarrollo del “héroe” que a través de resultar una especie de antihéroe se configura como tal, sin quererlo ni necesitarlo.
La masacre de Nankín, entonces capital de la República de China, sucede tras su caída ante el Ejército Imperial Japonés en Diciembre de 1937. Durante la ocupación de Nankín, el ejército japonés cometió numerosas atrocidades, como la violación, el saqueo, el incendio y la ejecución de prisioneros de guerra y civiles.
Aunque las ejecuciones comenzaron con el pretexto de eliminar los soldados chinos disfrazados de civiles, se afirma que un gran número de hombres inocentes fueron intencionalmente identificados como combatientes enemigos y ejecutados. Un gran número de mujeres y niños también fueron asesinados, al ir extendiéndose las violaciones y los asesinatos.
El tándem técnico que genera su director en mechar imágenes reales fundiéndose con las del rodaje.
La contraluz de la desigualdad social y la matriz imperial y esclavista, van mezcladas inteligentemente desde la muestra de los matices emocionales y las diferentes dialécticas narrativas que se juntan en diversos grados de complejidad y en sus distintas secuencias.
De gran calidad técnica desde un correcto diseño de arte, vestuario y puesta en escena,banda de sonido acertada compuesta por la directora de cámara Annette Focks y la gigante dirección de fotografía a cargo de Jürgen Jürges, mediante su reparto elegido con puntillosidad y sabiduría se pone de manifiesto una obra por sobre todo honesta y sin concesiones de irregularidad alguna desde el importante elemento actoral.
El multifacético Daniel Brühl en el rol de un diplomático que comienza a comprender la vida misma desde otros ángulos. Valerie Dupres, como una docente de armas tomar, transcurriendo una situación de amor platónico. Y el siempre maravilloso Steve Buscemi como un abnegado médico, cuestionador de un sistema que no resultaba acorde con la dura realidad.
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Y John Rabe.
Un personaje metódico, abnegado hacia lo humano, director de una multinacional llamada Siemens, Nazi contradictorio, objetor de su propia conciencia, europeo, civilizado, colono en tierras extrañas, devoto servidor de los mandatos de su gobierno, hombre que va y destaca, sin ocultar sus defectos ni maximizar sus virtudes.
El primer actor alemán Ulrich Tukur, quien desde interpretar al admirado y conflictivo Rommel, pasando por un particular científico a través de la maravillosa “Amén” del gran Costa – Gavras, desarrolla el papel de su vida.
De naturales expresiones, su presencia impactante y su triste mirada, logra converger en la quintaesencia de todo aquello que el olvidado Rabe, había generado a personas que pugnaban por tan solo sobrevivir, siendo el antagónico exacto de la pompa Imperial.
Este trabajo nos servirá como carril directo de cuál es nuestra misiva en esta tierra, punto directo de análisis interno del rol que hoy más que nunca urge recuperar en tiempos de abstracción e individualismo puro, que nos recuerda que las actitudes humanitarias de aquellos que lucharon entonces y de verdad contra el antisemitismo, el racismo, la esclavitud y los genocidios no eran los progresistas “fashion” del siglo XXI sino gente con prejuicios conservadores, pero con una alta vara hacia erradicar la injusticia mediante el compromiso hacia el prójimo.
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Crítico cinematográfico especializado en Cine Argentino.