¡Que hecho sorprendente resulta aquel que se conoce como la fuerza del espíritu, la trascendencia mediante el tiempo a través de lo generado en este plano de vida. El mismo constituye lo conocido como mito o leyenda y ambos conceptos, provienen de lo constitutivo de la realidad!
“Santa Evita” (2022) es un fílmico que muestra la vida de Eva Perón, ex Primera dama de Argentina; su muerte a los 33 años y el posterior destino de su cadáver embalsamado.
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Realidad que mezcla lo fáctico con lo verdadero.
La biblia con el calefón; la razón y el desquicio, todo conformado y contenido en este trabajo de robos y desapariciones, de ultrajes y sensaciones, de velas y devoción, de pasión macabra entre el juego de la perversión y el erotismo desvinculado de toda línea moral.
El cauce de los elementos de necrofilia, el espacio y el tiempo son elementos trascendentales en la novela de Eloy Martínez, best seller en la década de los 90´, trabajada desde el mito de la líder política.
La obra literaria resulta un escrito nada fácil de adaptar a la pantalla teniendo en cuenta los ribetes de época y los siempre bajos o nulos presupuestos que maneja la industria cinematográfica nacional. La apuesta de construcción visual proviene de diversos productores mediante la idea de generar un producto netamente adaptado para el modernismo reinante y sus necesidades. Además, sabiendo de primera mano que el mismo contendrá rasgos extremadamente controversiales, y que todo aquello que produzca postura o debate, resulta de interés de consumo.
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“Santa Evita” (2022) es dirigida por Rodrigo García (hijo del escritor colombiano Gabriel García Márquez) y Alejandro Macci, de efectiva y sorprendente dinámica, de guion generado por dos escritoras avezadas en las lides televisivas como Marcela Guerty y Pamela Rementeria, trabajando.
Diversos puristas de la historia se colocan de la vereda opuesta ante el valor de la obra. Recurriendo a desacertados datos históricos y haciendo hincapié en la necesidad que los mismos sean desarrollados al pie de la letra.
“Santa Evita” (2022) es una obra de ficción neta.
La misma nos narra el decálogo de “La Comunidad Organizada”. Basada en un hecho real y en modalidad serie de 7 capítulos, este drama de suspenso contiene un guion dinámico y contundente.
Ésta ficción muestra de sobremanera el protagonismo de un militar y su situación y acción psicológica crítica ante su propio desconcierto interno y de un periodista comprometido, obsesivo y decidido a reflotar una perdida y olvidada historia en plena época de resistencia peronista (con rasgos de Rodolfo Walsh, salvando las distancias).
Así pues, dejando el rol de Eva Perón al de un objeto de narración de los demás en los primeros momentos del trabajo hasta confluir en las secuencias de la mujer comprometida y decidida dentro de un espectro extremadamente machista y drástico.
La obra no refiere directamente a la trascendencia de Eva; es una muestra viva y fiel de nuestro proceder. Y si hace reflejo, esta o cualquier obra, molesta, incomoda, increpa.
Desde Mignona, pasando por el mismísimo Alan Parker, Paula de Luque, o aquella “Eva Perón” de De sanzo hasta este producto del modernismo 2.0.
Entonces, cualquier tipo de adaptación posee la disidencia necesaria que le buscamos a todo, por saber o sin saber, por tomar postura evidente, ninguneando o liquidando cualquier manifestación que está ligada a los temas candentes de nuestro devenir como nación y sobre todo los que contienen procedencia del movimiento social denominado peronismo.
¿Qué nos generará esta serie de “Santa Evita” y cuál es el aporte distinto de la misma?
Tal vez el deambular del cadáver de Eva, nos muestra como en una interminable metáfora nuestro caminar como sociedad que va de un lado al otro, montada en crestas de olas superfluas y sin sostén, depende el tiempo y la conveniencia personal para subirse a la mismas.
“Santa Evita” (2022) y las eternas proscripciones, aquellas que como “pensantes y razonables seres” infringimos hacia todo aquello que no cuadra con nuestro propio pensamiento e interés (económico y social); intentando separar, fragmentar en mil pedazos y dividir sea como sea aquellas ideas contrarias y personas diferentes.
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El pacto.
En “Santa Evita” (2022) se evidencia una vez más la devoción sacra que el pueblo mismo poseía ante la líder. Un pacto indestructible de marchas y contramarchas, de odio y arrogancias, de límites insospechados.
De virtudes técnicas marcadas, como su dirección de arte y vestuario, la impecable y siempre sorprendente cinematografía del gran “Chango” Monti, fotógrafo de fotógrafos, de incidental música generada por el siempre efectivo Federico Jusid, la estructura actoral da marco de interés y relevancia al producto.
Francesc Orella, del entrañable profesor Merli hasta la confección de un Doctor enigmático y fiel a su labor, descollando como es de usual costumbre. Darío Grandinetti en el rol del general Perón, generando una ajustada y pulcra actuación.
Diego Velázquez interpretando al periodista que comienza a dar luz al oscuro tema y Natalia Oreiro, reflejando una Eva diferente, con frescura y decisión, enmarcando su belleza casi angelical que honra la memoria de quien cumplió uno de los más ejemplares roles en nuestra región.
¿Y Ernesto Alterio?
Moore Koenig, un despótico militar, cargado de contradicciones y ambigüedades, la representación del mal sobre la tierra y tal vez uno de los más odiados villanos de la historia de nuestra cinematografía. Éste representa a la perfección toda esa carga violenta que aquellos representantes de una “revolución” fusiladora, dejaron en rigor histórico en nuestra nación abriendo una brecha profunda que se constituye hasta el presente
Este producto refleja una parte muy importante del desarrollo latinoamericano y las consecuencias a futuro. “Santa Evita” (2022) es una historia necesaria más allá del mainstream vinculante con la misma, que tal vez conduzca a los jóvenes a despertar el interés por conocer los hechos.
También, abriendo diversas perspectivas para llegar a un análisis de conocimiento histórico, en el camino de poder comprender cómo y porqué llegamos hasta dónde llegamos; teniendo en cuenta que toda representación de la realidad va aparejada al conjunto de criterios e ideas formadas por propia decisión o por someterse al mandato de la comunicación.
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¿Entonces?
Puedes estar o no de acuerdo con la visión y acción de Eva Perón. Se puede amarla o desearle el cáncer, aún después de tanto tiempo y de tanta grieta. Pero, la dimensión de la profunda historia de una mujer que se plantó ante el poder real siempre resulta necesaria y de importancia, en épocas en las cuales las ideas están mancilladas por la nada misma. Ni buenas ni malas, ni blancas ni negras.
El tema a tener en consideración resulta ser la trascendencia de Eva. Fuera de visiones extremas que la consideran algo así como a un demonio terrenal, absolutista y despótica. Eva era una mujer en tiempos extremos, en momentos de cambios profundos.
En definitiva y, en síntesis, “Santa Evita” (2022) intenta narrar la muerte y sus avatares. Que la misma no sea utilizada como mejor resulte.
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Crítico cinematográfico especializado en Cine Argentino.