El Bonaerense – Reseña

El Bonaerense – Reseña

El término “Bonaerense” es un gentilicio que se aplica para definir a los oriundos de la Provincia de Buenos Aires.

La definición de “Bonaerense” conglomerado miles de historias que un pueblo cargado de ilusiones y pesares. A diario construye ante la inequidad y la falta de rango justo ante la desproporción social que mora en sus tierras.

Y esta es una historia que posee tramas y aspectos que fundamentan la dura realidad. La realidad humana.

Desmarcando algo así como el Neorrealismo Argentino, el trabajo con actores no profesionales, escenarios naturales, e historias que exceden lo puramente individual pasando a lo social y colectivo.

Bonaerense

La historia narra el curso vital de Zapa, un cerrajero de un pequeño pueblo de la provincia, quien a partir de un hecho poco fortuito, debe viajar al Gran Buenos Aires, lugar donde se convierte en aspirante a agente de la policía bonaerense.

A través de la cotidianeidad que imprime a la historia, la misma de modo estructural nos introduce en la marcha de una de las instituciones más cuestionadas de la Argentina.

Mediante diversas situaciones vamos descubriendo el hábitat en el que crecen y se desarrollan los terribles hechos que suceden a diario en la misma.

La poca y pésima preparación que reciben, las condiciones edilicias de las comisarías, las armas que reciben; generando una visión particular de la fuerza de seguridad intentando bucear entre los conflictos internos y los procederes más mezquinos.

Entre una melange de situaciones de humor a través de los diálogos de los policías, escenas sexuales altamente logradas, momentos de acción y de reflexión pura; Pablo Trapero, su director y guionista, despliega toda batería de códigos y guiños hacia la muestra abierta y vehementemente de toda la expresión de calles; carteles; locaciones; suciedad; como nadie. Generando en cada fotograma la sensación de cercanía hacia lugares comunes y el desgarro mismo que precede al observar barrios y parajes casi extraídos del Infierno mismo.

Las obras de este joven director poseen tres ejes: la construcción singular de los personajes, la configuración del hogar familiar y la emergencia de un diagnóstico sobre lo social signado por la corrosión de la ley en la Argentina post crisis de 2001.

El llamado “Nuevo Cine Argentino” se manifiesta mediante el criterio fílmico que el cineasta aporta al arte de modo contundente.

Este no es precisamente un film policial, ni una obra que intenta ensuciar el accionar de la fuerza. De hecho, los entramados corruptos se suceden, pero siendo hechos casi “anecdóticos” hacia lo que el director pretende enfocar.

Zapa resulta el símbolo de aquello no corrupto que se ve envuelto en situaciones que contrastan su casi inocencia y tranquilidad pueblerina.

Debe enfrentarse de modo raudo a sus propios miedos, y en cada una de sus miradas observaremos un volcán a punto de generar ebullición, limitado sistemáticamente a un esquema de cumplir órdenes sin vislumbrar mucho futuro para su existir.

Es el día a día el que transcurre su protagonista, dentro de un marco que demuestra de modo severo nuestros rasgos más negativos; nuestra tan particular idiosincrasia, generando un análisis propio ante la necesidad de que algún personaje precise el sentido de la historia o que esclarezca las motivaciones que llevaron a tal o cual personaje a hacer lo que hizo.

Y ese mérito de subjetividad pone al trabajo en un esquema de suma importancia cinematográfica.

Bonaerense

Protagonizada por Mimí Ardú; Darío Levy, quien rolea el paradigma de lo ilícito y oscuro a la perfección; Graciana Chironi, abuela y actriz fetiche del director, aportando siempre su cuota de humanidad y cariño; Y Jorge Román, de mirada profunda, de tristeza contenida, como el angustiado Zapa. Logrando una interpretación única desde el concepto y criterio que requiere la trama, colmada de actores desconocidos que imponen carácter a la obra.

De coimas y apremios. De realidades policiales que de modo directo no transitamos o conocemos. Y un joven caminando a tientas en una jungla urbana.

Un “Sin Rumbo” que ingresa a cumplir un rol sin vocación y casi voluntad, volcando un retrato humano diferente, profundo y creíble en la construcción de un personaje post crisis 2001 dentro de la profundidad.

En la profundidad latente y visceral de aquello que nos refleja e interpela, sin concesión alguna.


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