Recuerdo hace un tiempo haber leído una maravillosa novela llamada “Diario De La Guerra Del Cerdo” escrita por Adolfo Bioy Casares, la cual relataba una guerra voraz entre los jóvenes y los viejos. Y en ese devenir tan complejo de antinomias marcadas, todo se constituía por el simple hecho de trascender a cualquier precio y de cualquier modo.
“El Cuento de las comadrejas” posee mucho de aquel concepto de lucha generacional, con los jóvenes ambiciosos siempre dispuestos a ocupar un lugar y los mayores, dispuestos a defenderse con sabiduría y experiencia.
Remake del film de 1976 de Jose Martinez Suarez llamado “Los Muchachos De Antes No Usaban Arsénico”, sin opacar la inteligente y trabajada historia, el relato nos adentra en una situación muy profunda y humana en el estilo de comedia negra, mostrando los ribetes y costados más flacos e intrincados de cada uno de sus protagonistas, abordando las mismas con acierto por su director, Juan Jose Campanella, montando una línea pulcra y prolija de trabajo, quien ha actualizado y revisado el guion, con sucesivos giros, que mantienen la tensión y el interés durante las más de dos horas de metraje, generando un homenaje a nuestro antiguo y nunca bien ponderado Cine Nacional, y un guion con efectivas vueltas de tuerca y narrativa visual acertada.
Pese a tener el estigma de “director de cine comercial”, el realizador muestra de concreto su cinefilia y oficio a la hora de conducir una obra generada por uno de los máximos referentes de la dirección cinematográfica Argentina.
El entramado gira nuevamente en las tan vituperadas antinomias sociales. Jóvenes modernos y dispuestos a todo desde el concepto social del Capitalismo más voraz, y la contracara de la serenidad artística y cultural, que refiere criterios de vida diferentes, con sus contradicciones y problemáticas, pero demostrando el costado más humano que con creces, se difusa día tras día.
Es la historia de una bella estrella de la época dorada del cine, un actor en el ocaso de su vida, un escritor cinematográfico frustrado y un viejo director hacen lo imposible por conservar el mundo que han creado en una vieja mansión ante la llegada de dos jóvenes que presentan una amenaza que lo puede poner todo en peligro.
Ese peligro latente y constante, con dosis justas de diálogos ácidos e irónicos, conforman la estructura del trabajo. Ahondando en historias de vidas fuertes y significativas, y en momentos de suspense efectivos y altamente logrados, la amistad profunda y el amor casi devocional, vuelven a ser el centro de aquello tan transitado en lo visual. Y que los buenos son tan contradictorios como los malos, pese a la antinomia de sus caminos y vivencias.
Master en actuación para cuatro grandes de nuestra escena. Luis Brandoni, Graciela Borges, Oscar Martinez y el inefable Marcos Mundstock, realizan actuaciones profundas y logradas por excelencia, en conjunto con la actriz española Clara Lago, villana si las hay, y Nicolas Francella, construyendo con creces una historia de reflexión y comicidad, tomando como referencia el costumbrismo de caracteres y circunstancias que todo el tiempo produce nuestro sistema social.
Su banda sonora posee una relevancia exclusiva. Canciones éxitos de los 60, se entremezclan con una muy lograda incidental, mediante uno de los máximos músicos de músicas para cine: Emilio Kauderer vuelve a deleitarnos con sus tan bien concebidas partituras.
En la era de las tecnologías intangibles, vuelve a brillar una historia. Muy nuestra y concebida desde lo que somos y como somos.
De la búsqueda de “éxito y dinero” hasta la reivindicación necesaria de los constructores del arte. Como símbolo artero de aquello que nos sobreviene y que tan solo se aparta con el disparo de la conciencia y la reflexión, desde el mismísimo amor.
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Crítico cinematográfico especializado en Cine Argentino.