Es increíble pensar cómo la obra maestra de Roberto Gavaldón haya sido la primera película mexicana en competir por el Premio Oscar a Mejor Película Extranjera; y que también compitió a su vez por la Palma De Oro del Festival de Cannes.
Tras todas las joyas de la época del cine de oro mexicano en la historia, ésta era pareciera culminar y oficialmente terminar con “Macario” (1960) de forma espectacular.
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La película es ahora todo un clásico y emblemático retrato de la cultura mexicana para los extranjeros.
Trata sobre un pobre campesino que vende madera para sostener a su numerosa familia, quien deseando de forma egoísta comerse un guajolote (una especie de pavo) entero él solo, sin compartirle a nadie ¡ni siquiera a su familia! Macario (Ignacio López Tarso) protesta dejando de comer por varios días hasta no poder cumplir su deseo.
Entonces su esposa, interpretada por Pina Pellicer (quien actuó como la esposa de Marlon Brando en “El Rostro Impenetrable” (1961) y quien murió trágicamente a los 30 años tras un suicidio después de haber lidiado con una severa depresión crónica, acortando su prometedora carrera profesional.) le consigue su tan deseado guajolote, y cuando Macario huye al bosque a comérselo todo él solo, se le aparecen tres enigmáticos personajes: El Diablo, Dios y La Muerte.
Huye de compartirle su comida al Diablo y a Dios, pero tras pensar mejor su decisión decide convidarle a La Muerte. En agradecimiento La Muerte le regala un agua mágica con poderes curativos, con los cuales podrá sanar solo a aquellos que La Muerte permita.
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Pronto Macario se hace de una fama local de ser curandero para los ricos y los pobres por igual, ganándose el corazón de su pueblo.
Pero entonces la iglesia junto a la santa inquisición se oponen a Macario acusándolo de brujo y hereje, condenándolo a muerte. Eventualmente obtiene una oportunidad para salvarse solamente si puede curar al hijo del Virrey.
Sin arruinarles demasiado la historia, y permitiéndoles a ustedes verla si aún no lo han hecho, solo diré que la inherente simplicidad de su narrativa a modo de cuento está perfectamente ejecutada. Brillantemente iluminada en compañía del talento fotográfico de Gabriel Figueroa.
La historia de “Macario” está basada en una novela del mismo nombre escrita por el enigmático B. Traven.
El autor que también escribió “El Tesoro De La Sierra Madre” (1948) de John Huston. Y las actuaciones incluyen un sin número de rostros familiares para aquellos seguidores de las películas mexicanas de Luis Buñuel.
Su ahora icónico final constituye un hincapié en la historia del cine mexicano y latino en general, que la ha convertido en todo un clásico de culto.
“Macario” (1960) es obra digna de verse más de una vez, especialmente durante las fechas aledañas al día de muertos. Para recordar tenerles consideración, porque pasamos mucho más tiempo muertos, que vivos.
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Productor audiovisual & Cineasta regiomontano.
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