Simón Del Desierto ¿Teatralidad Pura O Cine De Bajo Presupuesto? – Opinión

Simón Del Desierto ¿Teatralidad Pura O Cine De Bajo Presupuesto? – Opinión

“La más despreciable de tus creaturas es el hombre, Señor”

Simón Del Desierto

El bajo presupuesto no es arte puro y sin destilar.

“Simón Del Desierto” (Luis Buñuel, 1965) es una proeza en todos los sentidos; la frase primera de este texto es contundente pero no envuelve a todo el mediometraje que intento desglosar, esa oración sólo atañe al final de la película y a algunas escenas que requerían de efectos especiales que evidentemente no contaron con ellos.

“Simón Del Desierto” (Luis Buñuel, 1965)

No podemos actuar como ciegos ante las carencias por las que pasó Buñuel para realizar este filme, pues no es coincidencia, ni iluminación artística que el metraje tenga un desenlace tan abrupto.

A lo que quiero llegar, es que este trabajo en específico me gusta mucho más que algunos de los más aclamados de Buñuel, pues aquí podemos ver en acción su creatividad; su capacidad narrativa; talento para dirigir correctamente a un grupo de grandes actores; su genialidad. Y es en este contexto en el que comienza la película; con parajes desérticos y una procesión con personajes en vestimentas bastante peculiares, que dan paso a un pilar, que tiene en la cima a un hombre, un estilita.

Claudio Brook

Esto es lo que puede verse en los primeros minutos de la cinta “Simón Del Desierto”:

Un hombre barbado, extremadamente sucio y desaliñado; que se pasa los días contemplando, orando, meditando y emitiendo órdenes para todo aquel que trate de romper la ley de Dios a través de sus acciones o declaraciones.

Y en este modo de existir sobre la faz del planeta, se ve reflejado ese catolicismo de sacrificios; esa religión de extremos, de profundos significados. Pues cabe aclarar, que Simón, nuestro protagonista interpretado por Claudio Brook, ha pasado 6 años, 6 semanas y 6 días arriba del poste (no creo que sea una coincidencia que el número resultante sea 666); cuando es repentinamente tentado por el demonio, después de haber sido cambiado a una nueva columna.

Silvia Pinal Claudio Brook

Y son estas tentaciones (que vienen de parte del maligno encarnado en una bella dama, interpretada por Silvia Pinal, hecho que reafirma la postura de la mujer como vehículo del pecado; la tentación; y la visión del diablo como un ilusionista, como una masa que puede aparentar, mutar y transfigurarse) las que nos hacen descubrir el gran evento y performance que era Simón.

Pues no solo van a él decenas de personas en busca de un milagro, sino que le veneran.

“Simón Del Desierto” (Luis Buñuel, 1965)

Admiran a ese hombre sin raíces; sin apego a nada (ni siquiera a su madre, que no se separa del hogar de su hijo en las alturas; y que es retratada como eterno ángel guardián de Simón). Sin miedo, inmiscuido en una guerra interminable contra el mal, lejos de las construcciones sociales de la humanidad; perdido en una ambivalencia entre la inocencia extrema y la perspicacia genuina y con una tenacidad del tamaño de un desierto entero que sirve para querer, todo el tiempo, llegar a Dios y ser digno de él.

Es en este punto en el que agradezco que Luis Buñuel no haya tenido más presupuesto;  pues priorizó la historia, creando diálogos y momentos bastante interesantes.

Como aquel en el que un hombre de fe llega con Simón para que este le otorgue manos en el lugar en el que están ahora un par de muñones; solo para dejar paso a una escena en la que se muestra la normalidad del milagro.

Después de aparecer las manos (con un cambio de cámara), los presentes se retiran del lugar para continuar con su rutina; como si no fuera una eventualidad; si no estuvieran conformes nunca; como si ya no fuera suficiente para sorprenderse.

“Simón Del Desierto” (Luis Buñuel, 1965)

Otro de los aspectos a resaltar en “Simón Del Desierto” (1965) son las similitudes con la historia de Cristo en la Biblia.

Pues Simón también es tentado en el desierto (que se confirma como un lugar dificultoso no solo para la supervivencia física, sino espiritual de los humanos) y sucede en tres ocasiones, exactamente igual que en los pasajes bíblicos.

Inclusive la belleza de la protagonista es parte del significado bíblico de Satanás, pues hablamos del ángel más bello; del caído; del más soberbio.

Silvia Pinal

Tampoco puedo omitir a los animales, que son recurrentes en la filmografía de Buñuel. En esta ocasión aparecen para representar el cielo y el infierno (el primero encarnado en un corderito y el segundo en un sapo).

O su ironía, que se puede observar en el diálogo entre dos sacerdotes, que están observando la posesión demoniaca de uno de sus hermanos; mientras este lanza afrentas contra la hipóstasis (palabra que hace referencia a la Santísima Trinidad) y la anástasis (o la ascensión de Cristo tras su visita a los infiernos); y ellos no comprenden el significado de su tercer grito en pro de la apocatástasis (la creencia de Orígenes sobre la salvación final de todas las almas sin discriminar a ninguna), denotando la ignorancia que existe incluso entre algunos miembros de la iglesia católica.

“Simón Del Desierto” (Luis Buñuel, 1965)

Y todo esto, finaliza tras la tercera y última tentación, cuando el diablo lleva a Simón Del Desierto (Claudio Brook) al futuro.

Donde lo moderno es profano; donde la gente se ha olvidado de su creador y donde Simón tendrá que “aguantar hasta el fin”; hasta que la humanidad se consuma a sí misma; hasta que ignoremos la presencia del mal y perdamos todo ápice de conciencia.


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