Hablar de una revolución como un periodo de tragedia; traiciones; y promesas incumplidas, fue por mucho tiempo un impedimento que derivó en casos muy lamentables de censura en la historia de la cinematografía nacional.
El célebre cineasta, Fernando De Fuentes, supo introducir la mirada crítica a la revolución por media una trilogía de películas del cine mexicano que vale la pena revalorar. Hablaremos sobre “El Compadre Mendoza” (1933), segunda película del tríptico revolucionario.
Cuando se habla de la revolución mexicana en el cine, de inmediato se nos remiten imágenes muy cliché de paisajes montañosos, sombreros y trajes típicos, de gente a caballo, o de comida y bebidas muy populares. Sin embargo, debido a la bifurcación que se da en este tema, también nos remite a proyectos con una visión más apegada a contradecir historias y mitos oficialistas.
Vemos a un rico hacendado, Rosalio Mendoza, que cambia fácilmente de simpatía por la causa zapatista y la oficialista, según le convenga a sus intereses. A partir de esta idea muy sencilla, basada en un cuento de Mauricio Magdaleno, se deconstruye la manera en que cada bando de la lucha defiende sus causas y su visión del país.
“El Compadre Mendoza” (1933) tiene el gran acierto de no hacer una recopilación exacta de batallas o momentos claves de la revolución; sino que se enfoca en mostrar a personajes anónimos y facciones a la sombra de los caudillos y personajes que tradicionalmente aprendemos en la escuela.
A imagen y semejanza de Emiliano Zapata, tenemos al general Felipe Nieto, de la causa popular, y quien hace una amistad muy fuerte con don Rosalio; es el ejemplo de ese México necesitado de condiciones dignas de vida que se les ha privado.
En muchos momentos emula al Plan de Ayala para que los campesinos sean dueños de la tierra, y se les pueda valorar su importancia histórica. Lamentablemente, año con año vemos como las demandas campesinas siguen sin cumplirse y van tomando dimensiones enormes.
En una especie de giro de trama, don Rosalio empieza a simpatizar con su compadre Felipe y la causa revolucionaria; se preocupa por su vida; y hasta piensa que lo mejor para él es salirse de las filas rebeldes.
Con esto, a través de una serie de acontecimientos vemos los claroscuros de la clase económica; siempre a la defensiva anteponiendo su vida e intereses, haciendo realidad su frase “yo soy enemigo de romanticismos y suspiritos, las cosas hay que hacerlas pronto y bien hechas”.
La construcción del personaje se complementa con una familia muy acorde a la época, con una participación endeble como mediadora entre Mendoza y las dos facciones en guerra.
Planos de una fiesta típica mexicana, acompañada por baile y canciones creadas durante la revolución; tienen su influencia en los trabajos experimentales del director ruso, Sergei Eisenstein.
Realizados en México 3 años antes de “El Compadre Mendoza”; y cuya visión de la manera alegre del mexicano pese a la tragedia, sirvió de escuela para esta y futuras producciones de Fernando De Fuentes. Y principalmente para el cinefotógrafo, Gabriel Figueroa.
También hay que señalar la notable inspiración en el expresionismo alemán y ese aspecto rústico-clásico en los decorados de la hacienda, emulando a la contraparte de la lucha popular.
El reparto conformado por grandes estrellas que más adelante en la llamada Primera Época de Oro van a tener su momento de apogeo. Ofrecen un abanico de interpretaciones que ayudan al espectador a comprender las diferentes clases o grupos sociales que se disputaban el poder o que simplemente se veían involucrados en el conflicto.
Cabe mencionar que este apartado se complementa con el cuidado en el sonido apenas muy naciente en el cine mexicano, a cargo de uno de los pioneros en este departamento, J.R. Rodríguez, y B.J. Kroger.
Con uno de los finales mejor logrados y trágicos del séptimo arte mexicano, “El Compadre Mendoza” (1933) construye una crítica a las luchas de intereses dentro de una revolución que desplazó a los más olvidados y verdaderos afectados, a una revolución que no les hizo justicia en su tiempo, y a favor de la desmitificación de un proceso crudo en la historia de nuestro país.
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