Descubrí a David Lynch por “Cabeza de Borrador” (Eraserhead, 1977). No hubo química. Este director terminó fijándose en mi imaginario como algo complicado, oscuro. Aún así, “Terciopelo Azul” (Blue Velvet, 1986) y “Sueños, Misterios y Secretos” (Mulholland Drive, 2001) fueron algo extrañamente placentero para mi gusto cinéfilo.
Sin embargo, dando un salto cuántico de estilo, Lynch es el responsable de llevar a cabo de manera magistral una de las películas más bellas que he visto en mi vida, “Una Historia Sencilla” (A Straight Story, 1999), cálida, imprescindible, mágica.
“Una Historia Sencilla” narra un momento en la vida de Alvin Straight (Richard Farnsworth), hombre en sus 80’s, con enfisema, problemas de vista, de cadera y tremendamente obstinado.
Alvin comparte su rutina diaria en un pequeño pueblo rural con Rose (Sissy Spacek), su hija, quien tiene una discapacidad intelectual y que “astutamente”, sabe lidiar amorosamente con el temperamento de su padre.
Pero la rutina se altera cuando Alvin se entera que su hermano, con quien se peleó y no ha hablado en 10 años, tuvo un derrame cerebral.
Decidido a enmendar las cosas, Alvin se dispone a ir a verlo, pero sin licencia de conducir ni auto, opta por hacer este viaje de 390 kilómetros desde Iowa hasta Wisconsin en su vieja podadora.
El primer intento no funciona.
La carretera es inclemente y la podadora tiene un motor pequeño, viejo y débil. Cuando los amigos ven pasar de regreso a este hombre sobre una grúa suponen que la misión quedará en olvido. Pero Alvin es un hombre de ideas firmes.
El segundo intento, sobre una máquina mejor, nos llevará a vivir una de las historias más entrañables que podrán encontrar en el firmamento cinematográfico.
Los grandes paisajes, el asfalto, este hombre contra el infinito es algo que se va metiendo en el alma, sin embargo, son los momentos de encuentro, de coincidencia con otros habitantes del camino que invitan a la reflexión, a hablar de la vida.
Este hermoso drama nos muestra que no importa si vamos en una podadora, a pie, o en un camper de lujo, estamos unidos a través de las historias, de las emociones y es ahí, en esas anecdotas del otro, donde nos encontramos con nosotros mismos siendo parte de todos.
Cada encuentro en el vasto trayecto se convierte en un relato que abraza al espíritu.
David Lynch supo hacerlo. Basada en una historia real, “Una Historia Sencilla” es una pieza memorable que se hundirá en su corazón y los acompañará por siempre.
Dénse la oportunidad de encontrar este poema y adentrarse en su belleza.
Que el corazón se los agradezca.
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Marysol Jasso es una adicta a la ficción. Desde pequeña, siempre ha encontrado en el cine y la televisión universos deliciosos para complementar su realidad. No fue mucha sorpresa que haya decidido estudiar de manera profesional cine y guión para seguir viviendo, por gusto y profesión, llena de conflicto, drama y giros inesperados.