“Straight” (2024) es una película que desafía las ideas tradicionales sobre el amor, la monogamia y la orientación sexual en las relaciones de pareja.
“Straight” plantea una narrativa que busca normalizar temas LGBTQ+, homologando las comedias comerciales del cine mexicano… con lo bien y mal que esto implica.
Ben cita a Cris en su departamento a través de una aplicación de ligue. Ninguno de los dos esperaba enamorarse del otro. Más aún cuando uno de ellos está en el clóset y lleva seis años con una novia que lo espera para dar el siguiente paso en su relación. Conforme su amorío avanza, su vida heterosexual comienza a peligrar, haciéndolo decidir entre sus verdaderos deseos y lo que la sociedad espera de él.
Basada en la obra teatral homónima de Scott Elmegreen y Drew Fornarola, la película traslada un drama íntimo al cine, conservando el núcleo de la historia, pero contextualizado al tiempo presente y ambientado en la clase social alta de la Ciudad de México.
La adaptación busca balancear la intensidad emocional del teatro con las posibilidades narrativas y audiovisuales del cine, fallando en encontrar la tridimensionalidad. La película se siente como una pecera en donde solo podemos ver a los personajes de lejos, aún en los momentos emocionalmente intensos.
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La trama de “Straight” explora cómo un triángulo amoroso puede ser un vehículo para cuestionar los prejuicios sociales y las presiones que enfrenta el hombre –capitalino y acomodado– al definir su orientación.
La química entre los protagonistas y su capacidad para expresar las tensiones internas y externas de sus personajes es un punto clave de la película, manteniéndola a flote dentro de su género.
Alejandro Speitzer interpreta a Ben, un personaje atrapado entre sus propios deseos y las normas sociales, mostrando vulnerabilidad y carisma. Bárbara López y Franco Masini complementan el triángulo amoroso con actuaciones sutiles pero impactantes, que enriquecen la narrativa. Es por eso que sorprende que la relación que construyeron a cámara llegue a un clímax sin resolución.
Marcelo Tobar, quien ya ha contado una historia LGBTQ+ con “Oso Polar” (2017), hace un gran cambio al cine comercial por plasmar quizás una idea más general de los conflictos que enfrenta una persona definiendo su sexualidad. Aunque su dirección busca mantenerse fiel a la esencia teatral, falta aprovechar por completo las herramientas visuales del cine comercial para enriquecer la historia.
El guión introduce modificaciones para adaptarse al contexto mexicano actual, lo que agrega capas culturales relevantes, pero a veces sacrifica la sutileza de los diálogos. La historia se fragmenta en ciertos momentos, lo que afecta el desarrollo de los personajes secundarios. Había suficiente espacio en la trama para innovar con diferentes capas de significado, pero se queda muy acotada dentro de su fidelidad.
El enfoque visual y artístico, aunque funcional, podría haberse aprovechado más para generar un impacto emocional más profundo.
La fotografía y el diseño de producción subrayan los momentos más introspectivos, aunque podrían haber sido más arriesgados. La música se utiliza estratégicamente para intensificar las emociones, destacando los conflictos internos de los personajes. Quizá su mayor fortaleza sea la edición, pues tiene unos saltos de tiempo en la acción, muy sutiles, que elevan la calidad visual de la película.
Más allá de sus méritos técnicos, la película se percibe como una obra relevante que abre espacio para discusiones sobre diversidad e inclusión en el cine mexicano comercial. Representa un esfuerzo por normalizar las historias LGBTQ+ en un panorama cinematográfico que rara vez aborda estos temas de manera real.
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A pesar de sus detrimentos, “Straight” (2024) mantiene el equilibrio entre el humor y el drama, haciendo la historia accesible y reflexiva a una audiencia más amplia, que quizás incluya a personas que reciban este mensaje y les resulte sorprendente conocer este submundo de los ONS y NSA. Se los dejo de tarea…
Es una película que hubiera sido fundamental para los años 90, pero que con la cantidad de contenido LGBTQ+ que se consume hoy en día, parece estar desactualizada y perdida en el tiempo. Sin embargo, aunque pareciera que la agenda sobre estos temas ya está muy avanzada y la sociedad es más inclusiva. Muchas veces es necesario decir (y repetir cuantas veces sea necesario) lo obvio: el cine LGBTQ+ es cine como cualquier otro y puede utilizarse para mostrar lo que no se dice.
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