Cuando una película de terror que tiene más de cuarenta años sigue dando miedo, sabes que es una de las buenas. Halloween (1978) marcó un antes y un después en el cine de terror americano, no solo dando inicio a los denominados “slashers” (nombre que se les da a las películas cuyo rasgo característico es la presencia de un psicópata asesino que persigue a un grupo de adolescentes aterrados), sino también catapultando al estrellato a Jamie Lee Curtis, cuyo rol como Laurie Strode la cimentó en Hollywood y le ganó un lugar permanente en la mente de los amantes del cine de terror, ganándose el apelativo cariñoso de “scream queen supreme” (reina suprema del grito).
Halloween no solo significó un éxito rotundo de taquilla, recaudando más de 70 millones de dólares (con un presupuesto de 300,000$), sino que nos regaló a uno de los villanos más icónicos, reconocibles y enigmáticos del cine de terror: Michael Myers.
El gran éxito de la película dio pie a una franquicia de larga duración que incluye ocho secuelas (la última estrenada nada menos que cuarenta años después del estreno de la primera) y un reboot (con su secuela correspondiente).
Halloween cuenta la historia de Michael Myers.
Tras asesinar a su hermana a cuchillazos a los seis años en la noche de Halloween de 1963 (sin ningún motivo aparente), Michael es enviado al centro de rehabilitación psiquiátrico Smith’s Grove y puesto bajo el cuidado del doctor Loomis (Donald Pleasence). Después de fallidos intentos por “rehabilitarlo”, este doctor decide que lo único que queda por hacer en el caso de Michael es mantenerlo encerrado, ya que su caso (su “maldad” como dice él) trasciende cualquier tipo de ayuda psiquiátrica.
Después de quince años de encierro en los que no pronunció ni siquiera una sílaba, Michael logra escapar de Smith’s Grove y regresa a su natal Haddonfield en Illinois.
Una vez allí, desde el interior de la que fue su casa, Michael descubre lo que será, en esencia, su único propósito en la vida: matar a Laurie Strode.
El por qué Michael desarrolla tal fijación con Laurie es parte del misterio de la película e intensifica el miedo que provoca.
¿Qué hizo Laurie, una muchacha sensible pero astuta, para merecer tan violento acoso? ¿Fue acaso un vínculo que se dio de forma fortuita, o es que hay alguna razón más compleja de trasfondo que explique la fijación obsesiva de Michael por Laurie? En lugar de proporcionar una respuesta específica a esta interrogante, la película deja que el espectador sea quien desarrolle su propia teoría, lo cual siempre es más interesante y entretenido.
Halloween tiene muchos aciertos.
En primer lugar, logra crear momentos verdaderamente violentos y aterradores que incluso el día de hoy, cuarenta años después de su estreno, estremecen y son difíciles de ver. John Carpenter, quien dirigió y escribió la película, logra establecer una atmósfera genuinamente tétrica y angustiante durante toda su duración.
En lugar de saturar al espectador con sangre o manipularlo con trucos de edición, Carpenter nos sumerge en un estado de tensión desde que inicia la película, manteniendo y dilatando dicha tensión hasta el final.
Halloween, finalmente, también resulta sumamente interesante como análisis de la psique humana.
¿Puede alguien desarrollar patologías asesinas sin que nada en su entorno las condicione? En otras palabras, ¿existen seres humanos intrínsecamente malévolos? Y quizá la pregunta más apremiante de todas: ¿Qué hacer cuando alguien así te señala como su víctima?
Esta es la pregunta que Laurie se ve obligada a responder… durante toda su vida.
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Bailarín, escritor, profesor de inglés, intérprete consecutivo a tiempo parcial y cinéfilo a tiempo completo.