La Cabeza Viviente – Reseña

La Cabeza Viviente – Reseña

En la producción audiovisual, nos enfrentamos a todo tipo de obstáculos que tenemos que solucionar a la brevedad para que nuestro proyecto no pare.

Tal como en “La Cabeza Viviente” (1963), película de terror mexicana, que aunque no goza de una superproducción, es una historia muy significativa para el género en nuestro país. Algunos de estos obstáculos, giran en torno a modestos presupuestos; por lo que el cineasta debe tener mucha creatividad para subsanar ese detalle.

La película nos cuenta la amarga experiencia de un grupo de arqueólogos que encuentran una momia de un sacerdote azteca y una cabeza de guerrero, pero dicho hallazgo quedará marcado por una maldición; por lo que cada uno de los exploradores morirá uno a uno.

Chano Urueta, realizador del film, ya contaba con experiencia en la dirección de filmes de terror como “El Espejo De La Bruja” y “El Barón Del Terror” (1962), por lo que nuevamente logra una conexión ingeniosa entre pasado y presente; donde el segundo es dependiente total del primero.

Y entonces nuestros protagonistas enfrentan misteriosas situaciones que los orillan a dar una relectura a su pasado, donde encontrarán la solución a su conflicto.

El mayor acierto del director es hacer que nuestros personajes se sientan poco a poco asfixiados por la maldición hasta llegar un clímax marcado de muchas revelaciones.

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"La Cabeza Viviente" (1963)

El departamento de arte y decoración de “La Cabeza Viviente” nos sumerge en espacios contrastantes, entre lo antiguo y lo nuevo, donde ambos conviven mutuamente.

Especialmente a los decorados del pasado, donde con apenas unos sarcófagos; plumas grandes; armas y tesoros de utilería; recrean el interior de una cripta funeraria que por más austera que se vea, subsana creativamente un escenario de por sí ya complejo.

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"La Cabeza Viviente" (1963)

Al referirnos a “La Cabeza Viviente”, hay que destacar el papel que jugó Abel Salazar en la producción de la película; quien, además, se encargó durante la década de los 60’s de traer a México emblemáticas cintas de terror adaptadas a nuestro contexto.

Sí, son películas de bajo presupuesto y que hoy en día no asustan; pero su audacia e ingenio las ha convertido en cintas de culto en países como Francia.

La dupla Abel Salazar y Chano Urueta ofrecen en “La Cabeza Viviente” (1963), un proyecto donde poco importa sí tenemos los mejores efectos especiales o sustos logrados.

La falta de estos recursos los compensa bien con un buen elenco, música, y diseño artístico; por lo que tenemos una película muy entretenida, inolvidable, y creativa.


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