La Felicidad: Los Riesgos Del Doble Amor – Opinión

La Felicidad: Los Riesgos Del Doble Amor – Opinión

La felicidad, tan subjetiva para muchos, guarda al igual que la libertad, el dilema de hasta qué punto puede llegar a influir en la toma de decisiones o a vulnerar el entorno del que formamos parte. Y aunque casi por consenso, se le atribuye una carga positiva a esta palabra, no todo es así.

En “La felicidad” (Le Bonheur, 1965), tercer largometraje de Agnès Varda, pone a prueba este sentimiento por medio de un matrimonio clasemediero de la periferia de París; donde el padre de familia, François (Jean-Claude Drouot) empieza a enamorarse de una joven trabajadora de correos, sin dejar de amar a su esposa e hijos.

“La felicidad” (Le Bonheur, 1965)

Por más exagerado que se escuche, el cine no ha dejado escapar a ningún tema.

Debido a la variedad de estilos; corrientes; o recursos autorales, es que tenemos una amplia gama de interpretaciones de sentimientos y acciones que forman parte de la condición humana.

Al no seguir los clásicos casos de conflictos familiares por infidelidad, la directora nos sumerge en una nueva mirada del poliamor; donde a la sombra del engaño, pareciera que no afecta a nadie. Todos tienen la dosis de afecto que sienten merecer.

Émilie (Marie -France Boyer) se muestra como una mujer deseosa de cariño; y que, sin importar la condición marital de su amante, disfruta de lo que es suyo sin tener el deseo de entorpecer a la otra familia.

Por su parte, Thérèse (Claire Drouot) y sus dos hijos, viven casi aislados de la revolución social y cultural que se vivía en el país. Mostrándose como la familia ideal, desbordando alegría en cada escena de “La felicidad”.

tercer largometraje de Agnès Varda

En algunos momentos los vemos dando paseos rodeados por intensos girasoles amarillos, y una viva vegetación; que como les pasa a nuestros protagonistas, nos transmiten esa sensación de paz y de querer vivir una desbordada juventud.

Cuando se aproxima el momento de la verdad, no se percibe en el ambiente esas sospechas que hablan por sí solas de una ruptura, sino que vemos el punto más alto del estado de plenitud en todos; por lo que el marido se siente en condiciones de abrir su corazón con una apología de árboles de manzanas; donde el nuevo espacio no quiere invadir al ya existente, sino complementarlo.

Y aunque en apariencia, la esposa acepta a la fuerza la nueva realidad, su desenlace es tan comprensible como trágico.

“La felicidad” (Le Bonheur, 1965)

Agnès Varda finaliza su película “La felicidad” (Le Bonheur, 1965) con un toque paralelo al horror.

Con una nueva familia adaptada normalmente ante un hecho que demuestra que nadie es indispensable; y que el amor puede tomar cualquier matiz sin importar quien salga ganando o perdiendo.


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