“Toro Salvaje” (Raging Bull, 1980) cuenta la historia de Jake la Motta, un joven boxeador que se entrena duramente con la ayuda de su hermano y mánager, Joey.
En esta ocasión vamos a hablar de una película de Martin Scorsese, “Toro Salvaje”, la cual redefinió cómo trasladar a la pantalla un combate de boxeo. En el cine el tema del boxeo ha sido retratado de muchas y diferentes maneras. Desde el melodrama, “The Champ” de King Vidor (1931); el drama de autosuperación “Rocky” de John G. Avildsen (1976), o la obra maestra de Clint Eastwood “Million Dollar Baby” (2004).
Es paradójico que la cinta que muestra los mejores combates de boxeo jamás filmados, no cuente tanto la carrera de un boxeador, sino que se centra en presentarnos a un hombre atormentado, que sufre su existencia, que lucha contra sí mismo y contra la violencia que le domina fuera del ring.
Jake La Motta es un personaje iracundo y cuya violencia, aplicada en el ring de forma controlada, se descontrola fuera de él hasta atormentarlo y hacerlo perder todo.
La Mota quiere ganar en el ring, pero antes necesita ser castigado por su rival como forma de expiar su culpa.
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La película te atrapa desde su comienzo.
Sin saber el porqué, la sencilla combinación de las imágenes -rodadas en plano fijo- a cámara lenta; los movimientos de Robert De Niro en la parte izquierda del encuadre (la parte derecha quedaba reservada para los títulos de crédito); la iluminación (dejando todo lo que no es al boxeador en una especie de neblina) y la estupenda elección de la música, el Intermezzo de “Cavalleria rusticana” de Pietro Mascagni me sigue pareciendo una de las estampas más bellas que he visto en el cine.
Asimismo, “Toro Salvaje” no está rodada en color porque el recuerdo que Martin Scorsese tenía de esos combates era en blanco y negro.
Como dice el maestro de la iluminación Michael Chapman, rodar en blanco y negro es más complicado que en color ya que los elementos que componen la imagen no destacan unos de otros por este, sino que hay que separarlos por la iluminación. Se puede hacer con contraluces o por contraste, es decir, poniendo objetos oscuros sobre fondos claros y objetos claros sobre fondos oscuros.
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Michael Chapman retrata la vida privada de La Motta de manera sobria y realista, casi documental.
Mientras que en los combates usa todos los recursos a su disposición: cámara, iluminación, sonido, decorados y montaje. Martin Scorsese logra filmar los combates más “reales” rodados hasta el momento de la forma menos realista. Aunque las escenas de combates apenas duran unos minutos, son fascinantes y dignas de análisis.
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La cámara está dentro del ring, desplazándose alrededor de los actores. Para reflejar la “enormidad” que puede tener el cuadrilátero, para los púgiles construyeron un cuadrilátero de tamaño gigante. Además, usan grúas que permiten desplazar la cámara con grandes y elegantes movimientos.
Lo habitual en el cine es rodar a veinticuatro imágenes por segundo, cuando esas imágenes se proyectan a esa misma velocidad.
La sensación es que la acción se desarrolla normalmente, pero si rodamos las imágenes a más velocidad, cuando las proyectemos a veinticuatro imágenes por segundo, tendremos la percepción de que todo va a cámara lenta.
En el caso de que rodemos a menos velocidad, por ejemplo, a diecisiete imágenes por segundo, cuando proyectemos a veinticuatro tendremos la sensación de que todo va acelerado. ¿Por qué aclaro esto? Porque los combates de “Racing Bull” están rodados a diferentes velocidades.
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La Motta en una esquina del ring está rodado a noventa y seis imágenes por segundo, cuando le echan agua entre los asaltos, vemos que escurre por la cara lentamente.
En un plano, La Motta tumba a un contrincante y se retira a una esquina, Jake está de pie como un toro salvaje, a 48 fotogramas por segundo. Cuando vuelven a pelear la velocidad vuelve a 24 imágenes.
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La montadora de Martin Scorsese, Thelma Schoonmaker, contó que usó el sonido para dar vida a las secuencias de boxeo. Por otro lado, para crear una energía animal en las peleas, el diseñador de sonido, Frank Warner, usó sonidos de elefantes y caballos. El mismo, combinó los sonidos de los animales con un bombo que fue desafinado, grabado y finalmente pasó por varios efectos para agregar textura.
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“Toro Salvaje” (Raging Bull, 1980) no es una película sobre boxeo, sino sobre un hombre violento y atormentado.
Un hombre que deja que su rival lo golpeé como forma de redención, penitencia y absolución por el dolor que ha causado a los más cercanos a él. Una obra maestra que nos demuestra la fuerza del cine para contar una historia. En definitiva: una película que has de ver si te gusta el CINE.
Puedes ver el tráiler, aquí:
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Director y guionista de cine y televisión. Profesor de Historia del cine, de guion y de dirección en diferentes escuelas e instituciones. Como escritor ha publicado estudios, críticas y artículos relacionados con el séptimo arte. Ha publicado Te acordarás de mí, una novela negra ambientada en el Madrid de Primo de Rivera.
