Desde que vemos la sinopsis intuimos lo que veremos en los largos 100 minutos de duración: en un poblado alejado azotado por la violencia donde adolescentes buscan sobrevivir ante catastrófico escenario.
Ubicándonos en el tema de la narcoviolencia, este precisamente se muestra en la película que a continuación comentaré: “Noche de fuego” (2021). Dirigida por Tatiana Huezo, siendo este su debut en las historias de ficción.
Seguramente la sinopsis le pareció bastante idéntica a muchas películas mexicanas realizadas en 2020; 2019; 2018; 2017; 2016… Y no solo eso, conforme avanzamos, encontramos casi todos de lugares comunes que caracterizan a estas películas.
Por lo que “Noche de fuego” se vuelve un ejercicio monótono, repetitivo y con muy poco aporte original o atractivo.
Hace mucho estuve en un grupo de Facebook sobre cine mexicano, la mayoría de sus miembros se ubican entre los 40 años o más.
Era muy común encontrar post donde se subían películas olvidadas y desconocidas de la Época de Oro, por lo que no faltaban los comentarios de adultos con respuestas peculiares; una de ellas me resuena desde entonces, decía algo así “Si no son comedias con los mismos actores, son películas de narcos y mucha violencia; en ese caso mejor veo un noticiero”.
Las actuaciones, como les sucede en muchos casos, se quedan limitadas, son pocamente creíbles y hace más tedioso el asunto; por ejemplo, el primer maestro en la junta de padres me pareció uno de los momentos importantes mal logrados, independientemente de los planos que se utilizaron, la actuación de este personaje es tan mala que ni siquiera nos transmite angustia o algún sentimiento de comprensión al docente amenazado.
Afortunadamente, tuvimos un final un poco diferente al que nos han acostumbrado este tipo de películas; aunque carece de esa chispa esperanzadora que hubiera compensado los tropiezos vistos anteriormente.
Llegamos al final de “Noche de fuego” con una historia más del género, confeccionada para ovaciones en festivales internacionales o nacionales; sin la intención de hablarle a la mayor cantidad posible de público.
No busquemos culpables, mejores soluciones; y una de ellas es bastante sencilla, aunque llevaría mucho que tomara un carácter mayor, cambiar las narrativas. En México ocurren cientos de historias día a día, muchas de ellas pueden transformarse en legendarias películas que perduraran en el gusto de las audiencias; allá afuera están sedientos de un cine mexicano que les hable directamente, que les entretenga o que les genere un sinfín de emociones.
Aclaro que el tema de violencia no debe dejar de tocarse en el cine de ficción; sino todo lo contrario, es tan necesario que al punto al que ha llegado merece un análisis crítico que le permita redefinirse.
¿Por qué no arriesgarse a salir de la encrucijada narrativa?
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