“Los Muchachos Perdidos” es una historia de vampiros emocionante, fresca, sensual y sobre todo, oscura.
Inspirada por la reseña de uno de mis colegas de la semana pasada, esta vez saqué del baúl de los DVD’s una de las películas ochenteras que marcó mi juventud. Dirigida por Joel Schumacher, “Los Muchachos Perdidos” (The Lost Boys, 1987) es un título que en su momento abrazó todo aquello de lo que era capaz la ilusión cinematográfica.
La cinta comienza cuando después de su divorcio, Lucy Emerson (Dianne Wiest) se muda con sus hijos Sam (Corey Haim) y Michael (un guapísimo, sexy y joven Jason Patric) a Santa Clara, una pequeña ciudad costera de California donde vive el extravagante abuelo padre de Lucy (Bernard Hughes).
Este pueblo se llena de vida por las noches en la feria a orillas de la playa. Tiendas, juegos, fuego, y chicos desfogando el espíritu.
Ahí, Lucy encuentra un trabajo en una tienda de videos local propiedad de Max (Edward Herrmann), quien queda encantado con su dulzura.
Sam, amante y conocedor de los cómics hace migas con los hermanos Frog, dos adolescentes kamikazes que atienden el local de historietas y quienes le recomiendan a Sam una historia de vampiros; advirtiéndole que Santa Clara está llena de seres de la noche y que vea la historia como un manual de supervivencia.
Y finalmente seguimos a Michael, quien en una noche de música y deseo, ubica entre la multitud a Star (Jami Gertz), quien lo lleva a relacionarse con los muchachos perdidos del pueblo, sin imaginarse, que se está metiendo a la cueva de los responsables de todas las muertes y desapariciones del lugar.
Esta es la relación que lo detona todo.
Para encajar, Michel acepta beber del “vino” que le ofrece el líder del grupo, David (Kiefer Sutherland), sin imaginarse que se trata de su sangre. Sangre inmortal, que comenzará a transformar a Michael en un ser de la noche, bello por siempre y sediento de matar.
Cuando Sam, impetuoso y guiado por las señales que le dieron los hermanos Frog, descubre que su hermano es un vampiro, trama con ellos un plan para salvar el alma de Michael con consecuencias que nos llevarán a una batalla épica entre adolescentes y seres nocturnos con poderes sobrenaturales.
“Los Muchachos Perdidos” (The Lost Boys, 1987) tiene ese look cinemático maravilloso lleno de grano, con noches iluminadas por enormes luces de back cortadas por la acción y el salvajismo de los personajes.
Definitivamente un título para desempolvar y sentirse sexy, rodeandonos de lo oscuro, de lo bello de los protagonistas y de la música que no hace más que llevarnos a una cueva oscura y deliciosa muy dentro de nosotros.
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Marysol Jasso es una adicta a la ficción. Desde pequeña, siempre ha encontrado en el cine y la televisión universos deliciosos para complementar su realidad. No fue mucha sorpresa que haya decidido estudiar de manera profesional cine y guión para seguir viviendo, por gusto y profesión, llena de conflicto, drama y giros inesperados.