Red Miller, un simple y amable leñador, vive tranquilo en una cabaña en el medio de un bosque en compañía de Mandy, su mujer, y ambos conviven felices en su mundo rodeados de libros de fantasía, vistas a la luna y música de rock progresivo. La repentina llegada de una secta hippie al lugar, liderada por un excéntrico y salvaje líder, será el augurio de la tragedia por venir.
“Mandy” (Panos Cosmatos, 2018) quizás sea una de las más interesantes propuestas cinematográficas que se pueda ver en mucho tiempo, sin que está afirmación suene exagerada. Un viaje lisérgico, poético y de narrativa abstracta, visualmente saturado de colores y primeros planos oníricos y esotéricos. Su trama es muy básica: la venganza de un hombre común, que atravesado por un terrible dolor, se transformará en bestia con tal de replicar sus sentimientos de pérdida. Un héroe clásico, como esos que habitan en los libros que cada día lee devotamente Mandy, la protagonista femenina de este relato.
Protagonizada por Nicolas Cage, en el papel de Red y con una actuación extrema y desatada; Andrea Riseborough es Mandy y su rostro etéreo y presencia casi espectral ayuda a representarla muy bien; también es notable el aporte de Linus Roache en la piel de el líder de la secta, Jeremiah, un ser lleno de maldad y aberración y el causante principal de tanto horror por venir y del que seremos plácidos testigos.
Panos Cosmatos (hijo de George Cosmatos, un realizador de cine de acción de los 80’ donde destacan “Rambo II” (1985) y “Cobra” (1986), ambas con la estrella Sylvester Stallone) debutó en 2010 con “Beyond The Black Rainbow”, una película de ciencia ficción, casi sin diálogos y por momentos inclasificable, heredera directa de un clásico del género como “2001: Odisea Del Espacio” (Stanley Kubrick, 1968). En “Mandy”, su segundo largometraje, decide ir por otro lado y rendir un gran homenaje a ese cine grindhouse de los años 70’, tanto como a las ‘Midnight Movies’, esas producciones Clase B de terror, espada y brujería y venganza. También su puesta conecta directamente con el subgénero conocido como “American Gothic”: donde el sueño americano fue destruido y pisoteado por una sociedad de elitistas, los rezagados y apartados causarán el caos y que tan bien se representó en el cine de terror con clásicos como “La Última Casa A La Izquierda” (Wes Craven, 1972) y “La Matanza De Texas 2” (Tobe Hooper, 1986) y que el director toma como absolutas referencias cinefagas.
La trama está dividida en dos partes: en la primera veremos el cálido día a día de la pareja protagonista, luego vendrá un terrible hecho, que desencadenará una segunda parte, mucho más frenética y de apuesta arriesgada. Es allí donde Red comenzará su venganza personal, enfrentándose a una banda de motoqueros del infierno, que parecen directamente arrancados de una novela del escritor de escritura homoerótica-sadomasoquista Clive Barker y su “Hellraiser” ( 1987).
A quien mi reseña los haya tentado de mirar “Mandy”, creo que no lo lamentaran. Es un tipo de cine casi experimental y de vanguardia (como aquellos que hacía su colega Kenneth Anger), postmoderno, excéntrico, mitológico y con imágenes sacados de esas tapas de los discos de heavy metal del pasado, nada mal para los tiempos que corren.
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